“El ornitorrinco es tan raro, que hasta sus dientes son diferentes a los de otros mamíferos”, explicó el doctor en Ciencias Naturales e investigador del CONICET, Nicolás Chimento, mientras repasaba las peripecias del hallazgo de este ejemplar en 2022. Su sonrisa no solo dejaba ver lo mucho que disfruta su trabajo, sino que reflejaba la importancia de haber encontrado aquella pieza dental que estaba allí desde la era mesozoica; algo que no había sucedido en ningún lugar del mundo hasta ese momento.
Oriundo de Formación Chorrillo, Calafate, el ornitorrinco -Patagorhynchus Pascuali- apareció para probar que convivió con los dinosaurios. Vino a darle una vuelta a las teorías científicas internacionales que ubican el nacimiento de su especie miles de años después de la extinción de los gigantes prehistóricos. No fue el primero en Latinoamérica, pero sí fue la prueba que llevó los registros de estos animales a una antigüedad que hasta entonces era desconocida.

“Sabíamos que en Argentina y en Australia se habían encontrado restos de ornitorrincos, pero todos pertenecían a la era actual. Fue una verdadera novedad encontrar uno de más de 70 millones de años”, sostuvo el paleontólogo que afirmó que aquel descubrimiento “cambió todo”. Estos pequeños vertebrados no resultan tan carismáticos como un tiranosaurio, pero toparse con ellos es una verdadera satisfacción para los paleontólogos que a veces tienen que realizar verdaderas proezas en la búsqueda.
El ornitorrinco, “la figurita difícil”
“Para encontrarlo me tuve que tirar de panza al suelo, arrastrarme como haciendo cuerpo a tierra y revisar cada piedrita”, recordó Chimento y aclaró que los mamíferos de la “era de los dinosaurios” eran muy pequeños, es por eso que sus huesos difícilmente llegaban a fosilizarse. “Son la figurita difícil del álbum, por eso se celebra tanto cuando encontramos uno”, remarcó.
Más allá de la dificultad a la hora de visualizar los restos, la cantidad de información que proporcionan los torna aún más codiciados. En el lenguaje común del mundo científico dar con estos animales desencadena nuevos horizontes: ¿Cómo sobrevivieron? ¿De qué manera estas especies impactaron en el ecosistema? ¿Es posible que esta información ayude a comprender la evolución de las formas de vida?

“Este ornitorrinco patagónico y los demás restos que se encontraron, hizo que los ojos científicos del mundo se posaran sobre nuestro país. Se preguntan: ‘¿Qué pasó en América del Sur? ¿Por qué los dinosaurios se extinguieron, pero los mamíferos no?’”, remarcó el investigador del CONICET para demostrar la importancia a nivel internacional del trabajo que llevan adelante los investigadores argentinos.
CONICET: En el primer mundo de la paleontología
“Hoy Argentina está en el top cinco de producción paleontológica del mundo con más de 160 especies de dinosaurios, además de los hallazgos de mamíferos de la era mesozoica”, resaltó Nicolás Chimento y se respaldó en el listado que publica el Scimago Institutions Rankings, que ubicó al Centro Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el cuarto lugar en importancia detrás de China, Francia y Rusia.
“Estamos por encima de Estados Unidos. Y no resalto esto por una cuestión de inversión, porque ellos destinan fondos para la ciencia. Lo digo, porque tienen un territorio cuatro veces más grande que el nuestro y es esperable que tengan más cantidad de fósiles, pero no tienen nuestro sistema científico, nuestro CONICET”, afirmó orgulloso el investigador.
El aporte que hace este organismo académico es fundamental para que los trabajos de los estudiosos argentinos logren posicionarse entre los mejores del mundo, ya que los principales factores que alteran la organización de una expedición, por ejemplo, son de origen humano; principalmente tienen que ver con el dinero, según la explicación del paleontólogo al describir los pasos de su trabajo.
Investigar como forma de vida
“El traslado hasta lugares a los que no accedes con un vehículo común, comprar comida para 20 días, conseguir el equipamiento especial para acampar y todos elementos para conservación de los fósiles, en caso de que encontremos uno, son los gastos que tenemos que tener en cuenta después de tomar la decisión de ir a buscar dinosaurios o mamíferos”, agregó.
Dentro de la carrera por solventar su trabajo, los académicos nacionales pueden acudir al CONICET a través de convocatorias para apoyar proyectos científicos. “Esta bueno, porque la decisión de autorizar o no la expedición depende de colegas que analizan tu trabajo y no de cuadros políticos o administrativos. No es a dedo la concesión de fondos, depende de la trayectoria, la razonabilidad de la propuesta y la importancia mundial de lo que vas a buscar”, explicó Chimento.

“Uno no decide ser paleontólogo para gana plata, uno lo hace por vocación, porque le gusta y en Argentina, las posibilidades de vivir de lo que queremos se dan gracias a la inversión del Estado”, cuenta el científico oriundo de Dolores, que se recibió de Licenciado en Biología en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata y que consiguió su doctorado en Paleontología, gracias a una beca del CONICET.
Un lenguaje tan especial como incomprendido
Los animales no ven los límites políticos, es por eso que sus investigadores hablan con una especie de lenguaje común que trasciende las fronteras. Uno de los principales medios que hacen posible esa comunicación es la revista Nature, una edición que no solo chequea la información de sus notas, sino que revisa el contenido de sus artículos con el rigor del método científico.
Esta publicación es leída, consultada y citada por los estudiosos de todas las ramas de la ciencia a lo largo del planeta, de ahí su enorme reputación y lo valioso que es conseguir que un trabajo sea incorporado a sus páginas. “Es la mejor y todos los años salen artículos sobre los avances argentinos, es por eso que estamos muy bien parados. Los informes de nuestros bichos son vistos en todo el mundo”, celebró Nicolas Chimento.
Si bien el camino para conseguir un lugar en la revista Nature es arduo, también es cierto que habilita la conversación con colegas de otros países y el trabajo en conjunto para desentrañar información que yace escondida desde hace millones de años. “Al hacerse conocido el hallazgo del ornitorrinco, empecé a intercambiar mails con paleontólogos de Australia para coordinar trabajos colaborativos con ellos”, comentó el investigador del CONICET.
La ciencia como pilar fundamental
Pero, ¿cuál es la utilidad de estos descubrimientos?, se preguntan los más desconfiados. Acceder a estos datos nos permite comprender cómo evolucionó la vida y nos abre la posibilidad de resolver problemas de la actualidad. “Hoy en día, por ejemplo, sabemos cómo funcionan las células oncológicas gracias a descubrimientos que se hicieron un ser vivo unicelular y en esa época el biólogo nunca se imaginó que iba a servir para estudiar el cáncer”, explicó.
Argentina tiene una enorme tradición paleontológica y sus científicos publican sus trabajos en las principales revistas del mundo, pero para Nicolás Chimento lo más reconfortante es mostrar los resultados de sus investigaciones: “La parte más linda para nosotros es cuando hay que darlos a conocer a la gente. Se hacen exposiciones para el público, para los niños, para el periodismo y todo ese proceso es muy satisfactorio”, comentó.
Video cortesía Laboratorio del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires.
Es por ese motivo que se siente dolido cuando aquellos que recorren los museos, desacreditan la importancia de sus esfuerzos. Y es aún peor cuando quienes los cuestionan son conocedores del paño. “Un médico vinculado al gobierno actual, que sabe cómo es el trabajo, chicaneo la publicación de unos colegas de La Plata. Dijo: ‘¿de qué sirve saber de qué se compone la piel de este bichito?’. Es evidente que hay mucha ignorancia, incluso entre científicos”, recordó el paleontólogo.
Al cierre de la entrevista, Nicolás Chimento reflexionó sobre el discurso oficial en la actualidad: “Argentina siempre estuvo a la vanguardia en la paleontología sudamericana y del mundo desde el siglo XIX. Pero si el Estado nos apoya, nos toman como partidarios de ese gobierno y eso es un error. No pertenecemos a un partido político, porque se invierte en conocimiento, el gobierno apoya la ciencia, porque eso es lo que está bien, como defender los derechos humanos”, concluyó.
Periodista y abogada. Hace más de 10 años llegue desde la hermosa localidad de Rosario para enamorarme de la vida en la ciudad de Buenos Aires. La música es mi refugio y la política me genera una gran curiosidad, pero lo que más disfruto es contar historias de la sociedad. Escribo también en Intersección.ar, un medio digital que difunde acciones que las ONG en diferentes alianzas.