-¿Cómo te llamás?
-No te importa.
-…
-A nadie le importa porque vivo en la calle, ¿qué les importa cómo me llamo?
-Bueno, no me cuentes si no querés, no pasa nada.
-Tampoco quiero fotos.
-No iba a sacarte sin permiso, tranquila. ¿Comiste ya?
-Sí, estuvo muy bueno el morfi hoy.
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Es viernes, el calor del final de la tarde se desdobla en el asfalto y en las paredes grises del Senado de la Nación. La fila para merendar mide aproximadamente una cuadra, se forma desde antes de que lleguen los chicos del Repliegue. Hay mucha expectativa: hoy van a comer.
“Al fin llegaron”, se escucha entre la gente. Hubo demora porque hoy se filmó la semifinal de Horneros Argentinos, el primer torneo de pastelería en una olla popular, una versión de un certamen de cocina en el que se disputa cuál será el mejor bizcochuelo de la Plaza Congreso.
Este es el tercer año en el que el Repliegue le da de comer a la gente en la calle. Primero la merienda: “¿Querés café o café con leche?” y después la cena.
Ariel sirve las porciones de una olla de 50 litros: “Che, esto está muy caliente”, protesta mientras hace malabares entre un cartón y las bandejas de plástico dónde sirve la comida para no quemarse las manos. Está sentado en una banqueta chiquita, con la mano derecha sostiene un cucharón y con la izquierda reparte, repite el movimiento una y otra vez. Tiene puesta una camiseta como la que usó Diego Maradona en el mundial de 1994, cuando Argentina le ganó a Grecia con un gol de media vuelta al ángulo, además de, claro, un delantal de la orga. Se quema nuevamente. El delantal se le cae y sus compañeros se lo acomodan para que no se manche la casaca.
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-Me llamo Catalina y tengo 91 años. Vengo a comer con los chicos desde el año pasado, también me gusta ayudarlos aunque sea a repartir el jugo.
-¿Te gusta venir con ellos?
-Si, acá nos tratan bien. Yo tengo un recorrido diario de todos los lugares donde buscar comida pero este es el que más me gusta venir.
-¿Vas a otros?
-Sí, mañana por ejemplo, voy a una Iglesia a buscar un sanguche pero ahí no me tratan muy bien.
Catalina está sola, su marido y su hijo fallecieron, es jubilada y no le alcanza la plata. Ella forma parte de aquel 73% de los jubilados que se encuentra por debajo de la línea de pobreza, según un informe de la Universidad Nacional General Sarmiento.
-Vengo del interior, fui la reina del Trabajo Rural en mi pueblo, Carlos Tejedor, después de haber ganado un concurso de tango.
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Suena una cumbia en el Senado
El Repliegue es de todo un poco: una organización militante, una olla popular y un medio de comunicación. Comunicadores del análisis crítico que se concentra en discutir la coyuntura nacional e internacional desde una perspectiva comprometida con la soberanía, los derechos humanos y la justicia social. Fundada con la intención de repensar las dinámicas de poder, se dedica a investigar, debatir y difundir ideas que cuestionen los estratos de poder, apoyándose en la pluralidad de voces y enfoques. Peronistas y soberanos.
Sus secciones abarcan geopolítica, feminismos, cultura, economía y trabajo, con énfasis en los vínculos entre lo local y lo global, y siempre apuntan a fortalecer la capacidad de los pueblos para decidir sobre sus propios destinos.
A través de artículos, entrevistas y debates, no solo generan contenido, sino también una comunidad de personas interesadas en la transformación social. Se posiciona como un actor en el ámbito de las organizaciones que buscan construir soberanía desde el conocimiento y la acción colectiva.
Mucho más que una olla popular
No resulta casual que toda la gente consultada haya dicho que asiste a comer a la olla popular del Repliegue desde hace exactamente un año. El primer año de gobierno de Javier Milei estuvo marcado por un fuerte aumento de la pobreza, con cifras que evidencian el impacto de las políticas de ajuste implementadas. Según datos de la Universidad Católica Argentina, la pobreza se elevó al 55%, afectando a casi 25 millones de personas, un incremento de más del 10% en comparación con el inicio de su gestión. Este crecimiento estuvo directamente relacionado con una devaluación del 114%. La indigencia también casi se duplicó, pasando del 9,6% al 17,5% en los primeros meses del gobierno.
La situación alimentaria en particular se deterioró significativamente. Un 50% de las infancias come en las escuelas, y casi un tercio de les niñes y adolescentes enfrentan inseguridad alimentaria. Los comedores comunitarios vieron un aumento crítico en la demanda, reflejando el creciente número de personas que no pueden acceder a una canasta básica de alimentos. Paralelamente, las decisiones de ajuste presupuestario y la eliminación de subsidios complicaron aún más el panorama, afectando tanto la educación como los servicios sociales básicos.
El aumento de la pobreza también se vio reflejado en la precarización laboral. Un 32,5% de los trabajadores ocupados reside en hogares en situación de pobreza, y la informalidad laboral aumentó. Las políticas económicas impulsadas bajo el lema de “desregular la economía” han profundizado las desigualdades, con resultados desalentadores para los sectores más vulnerables, que dependen cada vez más de ayudas estatales como la Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar.
Basta de cumbia. Oíd, mortales, el grito sagrado: ¡Libertad, libertad, libertad!
La olla popular termina cuando entonan el Himno Nacional Argentino en una ronda. Hay aplausos e inmediatamente empieza a sonar la Marcha de San Lorenzo. También la dejan. El mejor país del mundo tiene también a las mejores personas.