Lo que ellas quieren: crecieron con el rock y eligen el tango

Cuando pensamos en el tango se nos vienen a la cabeza casi siempre los mismos nombres: Carlos Gardel, Astor Piazolla, Julio Sosa, Roberto Goyeneche, Osvaldo Pugliese. Hay quienes recuerdan a Tita Merello. Al igual que en otras esferas artísticas, durante décadas este género músical se convirtió en un terreno fértil para expresar sentimientos profundos de manera arbitraria. Anhelos y amores, desencantos y promesas de venganza han sido protagonistas de letras emblemáticas y representadas casi en su totalidad por voces masculinas. Sin embargo, esto no siempre fue así.

Mariana Fossati es periodista y locutora, y llevó adelante el programa “Ellas estaban primero”, una serie de capítulos que profundiza en la biografía de las mujeres que fueron pioneras en el tango. “En las décadas del ‘20 y el ‘30, las mayores estrellas del tango fueron mujeres fuertes y exitosas como Nelly Omar o Libertad Lamarque. Luego surge la orquesta típica, clásica del tango de la década del ‘40 conformada más o menos por 11 integrantes. Los músicos eran varones: 4 bandoneones, 4 violines, un piano, un contrabajo y tal vez un cello o una viola”, explicá.

A mediados de los años ‘50, el tango pierde popularidad ante la aparición del rock y otros géneros “bailables” provenientes de otras partes del mundo. Sin embargo, a fines de la década de los ‘90, renace en una nueva corriente conocida como el “tango del siglo XXI”. Esta movida se caracterizó por estar influenciada con la música comercial, pero, además, las mujeres jóvenes fueron la cara de esta nueva era.

Foto cedida por "La Rantifusa"
Mujeres en el tango. Foto cedida por el grupo musical “La Rantifusa”

 “La novedad de este momento son las pibas. Antes, se decía que la mujer no tenía fuerza o que no podía tocar como el varón. El lugar de ella era el canto. Hoy, hay pibas que conforman orquestas, son compositoras, arregladoras y ocupan más lugares que antes eran de varones. Se sienten cómodas y pueden ejercer todos los roles y ocupar cualquier lugar”,  desarrolla Fosatti.

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Los cambios también son evidentes en otras dinámicas del género, como por ejemplo el baile. “Tradicionalmente, el hombre decidía qué pasos hacer, él llevaba y la mujer seguía. Hoy, todos pueden aprender cualquiera de los roles; se habla del leader y follower en vez de hombre y mujer. En las milongas actuales hay parejas del mismo sexo o mixtas, en las que, por ejemplo, ella lleva y él es llevado”.

Influencias y nuevos espacios

 Dolores Solá es la menor de cinco hermanos y creció en un entorno familiar en el cuál su padre les inculco desde chicos la exploración de distintos géneros artísticos. “Mi papá era amante de la música y tenía muy buen gusto para el tango, entonces en mi casa sonaba la Tana Rinaldi, Corsini, Troilo y Grela.Es parte de la música que me gustó de chica y adolescente, a pesar de que no tenía nada que ver con mi edad ”, reflexioná.

Sobre las primeras primeras generaciones del género expresa que las letras muestran la realidad de la época. “Hubiera sido rarísimo hablar de una mujer superada en ese momento. Sin embargo, la presencia femenina es fundamental: la madre, el amor del barrio. Hay una enorme ternura en las letras, eso ya es casi feminista. Además, siempre hubo muchas mujeres cantoras: Mercedes Simone, La Negra Bozán, Tita Merello, te puedo nombrar muchísimas más que en el rock de los ‘60, ‘70 y ‘80. En eso de que el tango es machista, no estoy de acuerdo”.

En los ‘90, junto a su pareja, Acho Estol, comenzó una carrera que los llevó a explorar diversos estilos: “Hicimos rock, flamenco y algo de boleros hasta que un día empezamos a ir a la milonga y nos dimos cuenta de que había toda una realidad tanguera entre la gente joven”, recuerda. 

Mujeres en el tango. Foto cedida por Dolores Solá
Foto cedida por Dolores Solá

También reconoce que la influencia de los otros géneros con los que creció tiene un lugar muy importante en su trabajo actual: “Las dos o tres generaciones que ya estamos en este nuevo tango fuimos atravesadas por el rock: Charly, Fito, Los Beatles o Prince. Eso se filtra, y se debe filtrar, en las letras y en las músicas. Si no, uno es como un aparato de otra época”, opina.

Y cierra: “El tango se actualizó con la lógica de los tiempos, me parece necio y de una falta total de imaginación tratar de que entre como encorsetado en algo de otro momento. Para vivir, debe adaptarse”.

La necesidad de habitar el tango desde una perspectiva feminista

La Rantifusa es una orquesta compuesta totalmente por mujeres que además de escribir sus propias letras apuestan a la reinterpretación: intervienen tangos clásicos. Natalia Martínez, fundadora de la banda, explicó: “La palabra rantifusa viene del lunfardo. Es la desviada, la que no hace lo que la sociedad espera de ella. Nosotras la reinterpretamos y pensamos que esa ‘desviada’ hacía lo que quería ella en vez de los demás”. 

Junto a Patricia Szilágyi, pianista de la banda, desarrollaron herramientas para dialogar con los tangos desde una perspectiva contemporánea. “Sentimos el deseo de hablar desde un lugar más actual, genuino y propio. Lo primero que surgió fue lo que nosotras llamamos intervenciones: no son modificaciones de la letra sino herramientas para dialogar con las canciones. Inventamos distintos recursos, personajes o insertamos textos que vinculan la temática de esos tangos con alguna cuestión actual. La mayoría de los tangos hablaban de mujeres, pero desde afuera. ¿Qué lugar tenían? ¿Qué pensaban ellas de esas letras? La típica que se fue del barrio, la que trabaja de prostituta. Siempre se canta desde el lugar del hombre, entonces buscamos qué tenemos nosotras como mujeres para decir acerca de eso, de cada una de esas letras”, explicó.

Mujeres en el tango. Foto cedida por el grupo músical "La Rantifusa"
Mujeres en el tango. Foto cedida por el grupo musical “La Rantifusa”

Un ejemplo es el tango Bajo el Cono Azul, que describe a una mujer que está bailando en el medio de un boliche y su soledad. “Nosotras lo vinculamos con la temática de la trata de mujeres y trajimos unos textos de Alika Kinan, la primera que juzgó a sus captores y logró salir de las redes de trata”, explica Martinez. Y agrega: “Hay otro que es Rosa de Tango donde aparece un personaje que es una locutora y habla con el autor. Con cierta ternura e ironía le dice ‘escúchame, yo ya sé que vos quisiste decir esto, pero mirá, se interpreta otra cosa’. El humor, la ironía y la ternura fueron algunos recursos que nos motivaron”.

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Fuimos ocupando muchos espacios y uno de ellos es el tango. Sentimos la necesidad de habitar esa música popular argentina desde un lugar propio. Antes, nuestras experiencias eran en grupos mayoritariamente integrados por hombres, donde por ahí había una sola mujer. Trabajar entre nosotras es parte de la ebullición feminista, de elegir lo que queremos decir, cómo nos queremos vincular. Por más que todavía siguen habiendo espacios que son recontra machistas, ya nos plantamos de otra forma”, finaliza. 

Aunque las caras del tango tradicional y el moderno se parezcan y se enfrenten a la vez, hay algo que es seguro: las mujeres llegaron a todos los rincones del género para quedarse.

 

 

Ornitip: Si te gustó esta nota, te recomendamos que sigas a y estes atento/ta al estreno de “Disitango, un abrazo feminista”, largometraje documental producido por la UNA (Universidad Nacional de las Artes). También te recomendamos escuchar esta playlist. Por último, te compartimos esta intervención de La Rantifusa. Este va de yapa 😉

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