Recientemente la Cámara de Casación confirmó la condena contra la expresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en un marco de operaciones mediáticas, manipulaciones legales y vínculos estrechos entre funcionarios del PRO con integrantes del poder judicial y poderosos grupos mediáticos. Además, este fallo se inscribe en el marco de “golpes blandos” y persecuciones políticas, jurídicas y mediáticas que sufrieron en democracia dirigentes populares de Latinoamérica.
Lideres de izquierda o progresistas como Evo Morales en Bolivia, Dilma Rousseff y Lula da Silva en Brasil y Fernando Lugo en Paraguay sufrieron también el asedio de grupos de poder en sus países. Sin embargo, en este debate no importa la pertenencia partidaria o la identidad política porque lo que está en juego son las reglas de la democracia.
“Se trata de neutralizar a dirigentes molestos o peligrosos para los intereses financieros transnacionales o a sus procónsules locales. El objetivo puede ser impedir su candidatura o, simplemente, insistir en desacreditarla”, manifiesta en dialogo con Ornitorrinco el Dr. Raúl Zaffaroni, ex juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Además, sostiene que la condena de Cristina Fernández se asemeja al tratamiento que tuvo el caso del expresidente de Ecuador, Rafael Correa, y que “se inscribe en la larga lista de persecuciones políticas y lawfare de la región”.
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“Ni el peor criminal del país tuvo nunca semejante número de indagatorias reiteradas en un día, denuncias penales, y causas abiertas. Eso no tiene nada de “normal”. Menos “normales” son los juegos de fútbol y otros con Macri, o las visitas oportunas a la casa de gobierno o a Olivos”, cerró el ex Ministro de Corte Suprema de Justicia.
Vialidad: una causa con inconsistencias
El Dr. Federico Paruolo, abogado defensor en la Causa Vialidad y referente del Frente de Abogados y Abogadas Populares indica que las inconsistencias más graves de la causa es que no pudieron probar ninguno de los extremos de la acusación.“Indicaban que se habían pagado por obras que no se habían hecho, eso quedó acreditado que era falso. Después lo que dijeron, como eso no se pudo probar, es que en realidad había sobreprecios en las obras, luego los peritajes dieron que no había sobreprecios sobre las mismas”, refiere sobre las causas que se imputaron.
“También acusaban que las demoras que generaba la determinación de precios implicaba un beneficio ilícito para la obra, lo cual también se probó en el juicio que era falso porque en realidad primero que todas las demoras estaban justificadas. Además, se probó por testigos y expertos que las empresas perdían plata por la forma en que se determinaban los precios en relación con la inflación. La verdad es que no hubo un daño económico al Estado probado. No hubo una defraudación entonces no hay delito originario, no hay daño”, determina.
Una gravedad institucional rápidamente olvidada es la manipulación de los testigos. El letrado recuerda que hubo una intervención directa de los organismos de inteligencia. “En la ‘ruta del dinero K’ se probó que la declaración de Fariña en la causa estuvo guionada por gente de un ministerio que le dio el guión de lo que tenía que decir”.
Durante el proceso se evidenciaron los vínculos entre autoridades judiciales y funcionarios macristas. “El fiscal del juicio oral y uno de los jueces jugaban juntos en Liverpool y han jugado en la Quinta de Olivos. Otro de los jueces ha ido a jugar al Pádel en la Quinta de Olivos. Otro ha ido a Casa Rosada unas 15 o 16 veces. Hay un vínculo claro entre el 2015 y el 2019 que fue abierto y desembozado. Que obviamente los jueces ni siquiera contestaron los planteos a ese respecto” concluye Paruolo.
La posverdad en democracia
La posverdad y la construcción de sentido común jugaron un rol clave. La información sesgada, recortes de noticias y la puesta en escena con narrativas casi ficcionales que mostraron los medios de comunicación una y otra vez permiten que las arbitrariedades se justifiquen o, por lo menos, no se cuestionen.
En su libro Lawfare: La guerra jurídica Rafael Valim, abogado y profesor en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, sostiene que una de las dimensiones necesarias del lawfare son las externalidades, técnicas de manipulación de información para generar un ambiente favorable o aceptable para el uso de las armas jurídicas contra el enemigo, a través de la creación de sospechas y ocultar la falta de verosimilitud de las acusaciones.
Sobre esto el Dr. Paruolo expresó que se montó un show político-mediático que retroalimentaba lo que pasaba. “Todo lo que decía el fiscal tenía un impacto mediático, una reproducción absoluta y lo que decían las defensas no salía en ningún lado. Se construyó un sentido común de que lo que decía el fiscal era lo que realmente ocurría cuando no se verificaba en ningún lado”.
Además explica que es un caso de lawfare porque se vio “un nado sincronizado”: “La política hace una denuncia, los medios la levantan, sale en programas de televisión, después los jueces y los fiscales toman esa denuncia periodística como prueba para su causa y avanzar en el proceso. Eso hace que tanto los sectores políticos como los medios digan ‘nos dio la razón la Justicia’ y de vuelta sean tomadas por el Poder Judicial, y así se va también retroalimentando el mensaje en la sociedad”.
Una democracia en construcción
Miles de personas escucharon hablar de “la chorra que se robó un PBI” o se entretuvieron viendo máquinas excavadoras recorriendo la provincia de Santa Cruz. En este proceso, lo que pareciera importar es la construcción de un enemigo mediante el montaje de show. Poco importan las pruebas, los peritajes, los testigos o la institucionalidad. El Poder Judicial debería ser un pilar fundamental para una sociedad equitativa, sin embargo, devino en un instrumento político al servicio de unos pocos.
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Como sostuvo el Dr. Valim, el objetivo del lawfare es aniquilar a un enemigo. Las similitudes que recorren la región hacen suponer que estamos frente a un entramado regional que busca disciplinar y obturar los procesos democráticos. Pero no debemos olvidar que la democracia es una construcción colectiva, en última instancia siempre está en las manos de sus pueblos la posibilidad de defenderla y cambiar el rumbo de la historia.