América Latina entró en una nueva etapa en 2019 con la llegada de gobiernos conservadores y de derecha, alentados por el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde marzo de 2017.
La presidencia de Trump marcó el fin de un período en Latinoamérica caracterizado por gobiernos que buscaban unir a la región en defensa de intereses comunes y rechazar aquellos que perjudicaban el desarrollo nacional.
El inicio de este período se remonta a la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en 1999, con un discurso que se oponía a la influencia geopolítica de Estados Unidos en la región y proclamaba el derecho del pueblo venezolano a decidir su propio futuro.
Le siguió Brasil con la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva en 2003 que puso a América Latina como una prioridad para su política exterior con un mensaje más moderado que su par venezolano.
Argentina
Durante ese mismo año, Néstor Kirchner asumió la presidencia de una Argentina que venía de la crisis del 2001, tras el colapso de la convertibilidad de los 90, con un desempleo del 21%, agravado por las presiones del Fondo Monetario Internacional para pagar una deuda de U$S 6,3 mil millones.
Kirchner puso énfasis en la recuperación económica con un Estado presente, implementando ayudas económicas para reactivar el consumo. En 2006, canceló la deuda con el FMI, considerando esta acción indispensable para que Argentina recuperara su independencia económica, según sus propias declaraciones. Su legado continuó bajo su sucesora y esposa, Cristina Fernández.
Uruguay
En un contexto similar e influenciado por la crisis en Argentina, Tabaré Vázquez asumió la presidencia de Uruguay con el apoyo del Frente Amplio, una alianza de partidos de izquierda, progresistas y nacionalistas.
Durante su mandato y el de su sucesor, José Alberto Mujica Cordano, más conocido como Pepe Mujica, se implementaron políticas de intervención del Estado orientadas a las clases más pobres y desplazadas, junto con una reforma laboral destinada a proteger a los trabajadores.
Bolivia
Otro actor relevante fue Evo Morales Ayma, el primer presidente de Bolivia de origen indígena. Su gobierno se caracterizó por poner a la clase obrera y a los sindicatos como parte troncal de su mandato.
En su política exterior, Morales buscó reposicionar a Bolivia como protagonista en la región, especialmente como exportador de gas, mediante la expropiación de los recursos hidrocarburíferos y el control otorgado a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos. Otro hecho relevante fue el conflicto bilateral con Chile para recuperar la salida al mar que Bolivia perdió en la guerra del Pacífico.
Durante las presidencias de Chávez, Lula, Vázquez, Morales, Néstor y Cristina Kirchner, la región vivió momentos significativos, como la revitalización del Mercosur y la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) con el fin de construir una identidad y ciudadanía suramericanas y desarrollar un espacio regional integrado.
Esta integración tuvo un hecho bisagra con el rechazo al tratado “Área de Libre Comercio de las Américas” (ALCA), impulsado por Estados Unidos, Canadá y México, durante la cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2006.
El principio del fin de la integración
Sin embargo, este proceso regional en América Latina entró en crisis con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de Argentina en 2015. Macri enfrió la participación del país en la UNASUR y en el Mercosur, adoptando una política exterior que priorizaba los intereses nacionales por encima de los de la región.
Por su parte, el Senado de Brasil destituyó de la presidencia en 2016 a la sucesora de Lula, Dilma Rousseff, por acusaciones de corrupción. El vicepresidente Michel Temer asumió la jefatura del Estado. Durante su mandato, derogó muchas de las políticas de ayuda social establecidas por Lula en 2003, impulsó un proceso de privatización de empresas públicas y permitió la deforestación del Amazonas.
Ya en 2019, Evo Morales ganó en primera vuelta las elecciones para un nuevo mandato, pero debido a una suspensión del recuento de votos que, tras su reanudación, mostraba a Morales como ganador, tanto la OEA como la oposición acusaron al presidente de fraude electoral.
Debido a la presión interna y de otros organismos internacionales, Morales solicitó una repetición electoral para abordar las acusaciones de fraude. Sin embargo, la presión ejercida por la oposición y parte del ejército lo obligó a renunciar a la presidencia.
El 24 de noviembre de 2019, las cámaras de la Asamblea Legislativa de Bolivia aprobaron por unanimidad anular las elecciones para posibilitar la realización de nuevos comicios.
El poder legislativo eligió a la senadora Jeanine Áñez como presidenta interina hasta que se llevaran a cabo nuevas elecciones. Este proceso fue calificado como un golpe de Estado contra Evo Morales y la democracia boliviana, según los sectores de izquierda de la región.
Su gobierno se caracterizó por inhabilitar a Evo Morales para ejercer cargos públicos, retirar a las Fuerzas Armadas que custodiaban las empresas públicas y los recursos naturales del país, e implementar medidas de austeridad fiscal, disminuyendo las prestaciones del Estado.
En política exterior, Áñez reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela durante la crisis presidencial de 2019, lo que generó un conflicto con el gobierno de Nicolás Maduro, sucesor de Chávez.
También entró en conflicto con México por dar refugio a Evo Morales en su territorio y por otorgar asilo a funcionarios de su predecesor en la sede diplomática en La Paz.
Grupo de Lima: una coalición contra Venezuela
En síntesis, la llegada de estos gobiernos a la región tensionó las relaciones entre los países, hasta el punto de que se crearon dos grupos multilaterales que se caracterizaron por los lineamientos compartidos por sus miembros.
Uno de ellos fue el Grupo de Lima, creado en 2017 con el objetivo inicial de dar seguimiento y apoyo a la oposición venezolana para que asumiera el control de las instituciones del país y ayudara a Venezuela a salir de la crisis económica que sufría desde 2013.
En 2019, el Grupo de Lima reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela después de que el parlamento declaró a Maduro como “usurpador de la presidencia” debido a la falta de transparencia en las elecciones de 2018 y eligió a Guaidó para formar un gobierno provisional.
Sus principales referentes fueron Argentina durante la presidencia de Macri, Chile con el presidente Sebastián Piñera y Paraguay con Mario Abdo Benítez, entre otros actores de la región. Esta organización fue apoyada y avalada por el entonces mandatario de Estados Unidos, Donald Trump.
¿Un frente progresista?
Otra implicancia del Grupo de Lima fue su rápido reconocimiento del gobierno provisional de Áñez tras la renuncia de Evo Morales durante la crisis institucional de 2019 en Bolivia.
Por su parte, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, convocó a presidentes, expresidentes y referentes de la izquierda para formar una alianza que derivó en el Grupo de Puebla en 2019. A diferencia del Grupo de Lima, este tuvo un carácter progresista.
Sus principales miembros fueron Argentina con el presidente Alberto Fernández, Brasil con Lula, Bolivia con Luis Arce, Chile con Gabriel Boric, y España con Pedro Sánchez.
También participaron referentes y exmandatarios progresistas como Cristina Kirchner, Michelle Bachelet y Rafael Correa.
Ambos grupos provocaron una polarización entre los países de la región, lo que dificultó alcanzar acuerdos multilaterales sobre temas como la situación en Venezuela, la crisis institucional en Bolivia, la represión policial en Chile en 2019 y en Colombia en 2020.
Para Alejandro Frenkel, politólogo especializado en política exterior e investigador del CONICET: “América Latina, desde la época colonial, ha tenido una costumbre integracionista hasta el día de hoy con la existencia del Mercosur y la CELAC, pero ahora desde hace varios años en donde sí están ganando cada vez más lugar las las propuestas de negociar individualmente”.
Frenkel también considera que la región también tuvo momentos de desintegración o desencuentro de fragmentación entre los países y este se asemeja bastante. Pero considera que la tradición de buscar acuerdos multilaterales no va a desaparecer en el corto plazo.
Brasil de Bolsonaro
Bukele y un Estado policial en El Salvador
Otro gobierno que sigue esta línea es el de Nayib Bukele en El Salvador, con una política de seguridad que ha implicado la suspensión de derechos y garantías constitucionales. Su administración ha encarcelado a las pandillas, conocidas como las Maras, que habían convertido al país en una de las naciones más violentas del mundo.
Esta política ha sido implementada mediante métodos que han llamado la atención de la comunidad internacional, como la irrupción de la Asamblea Nacional, el poder legislativo del país, por parte de militares para garantizar la aprobación de créditos destinados al reequipamiento de las fuerzas armadas y de seguridad.
Según Amnistía Internacional, entre el inicio del estado de excepción el 27 de marzo de 2022 y finales de 2023 se registraron más de 73mil detenciones. La mayoría de las personas detenidas fueron acusadas de “agrupaciones ilícitas”, un delito relacionado con la actividad de las pandillas.
Otra medida adoptada por el gobierno de Nayib Bukele fue la construcción de una cárcel de máxima seguridad. En esta prisión, a los reclusos no se les permite hablar sin permiso. El centro también cuenta con celdas de castigo, que son oscuras y vacías.
Fuera de las visitas inéditas, los presos solo tienen contacto con los custodios, quienes prefieren mantener su identidad en secreto por razones de seguridad. El ingreso de los familiares de los detenidos está prohibido.
¿Un Bukele en Ecuador?
Siguiendo esa línea, Daniel Noboa ganó las elecciones extraordinarias en Ecuador tras el decreto de su predecesor, Guillermo Lasso, de invocar la “muerte cruzada” para disolver el Congreso y convocar a elecciones parlamentarias y presidenciales en 2022.
Al asumir el poder, Noboa decretó un “conflicto armado interno” para desplegar las fuerzas armadas y de seguridad con el fin de combatir a organizaciones criminales que fueron calificadas como terroristas.
Este enfoque se evidenció en la captura de personas con juicios en proceso, como el ex vicepresidente Jorge Glas, quien fue arrestado en la embajada de México en Quito después de que la policía invadiera la sede diplomática en abril de 2024. Estos hechos sugieren que Noboa está siguiendo un enfoque similar al de Bukele.
La Argentina libertaria de los hermanitos Milei
Argentina también se inclinó hacia la derecha con la elección de Javier Milei como presidente en noviembre de 2023, quien asumió el cargo en diciembre del mismo año. Su campaña se basó en el desprestigio de los gobiernos de los últimos 100 años, a los que llamó “la mala política”, y en la promesa de devolver a Argentina al estatus de uno de los países más ricos, como lo fue a fines del siglo XIX.
Autoproclamado como un “liberal libertario”, Milei logró reducir la inflación del 25,5% en diciembre de 2023 a un 4,2% en mayo de 2024, según el INDEC. Sin embargo, este logro vino acompañado de una caída del 5% en el PIB durante el primer trimestre de 2024.
Entre dimes y diretes, una forma diferente de diplomacia
La llegada de estos presidentes también incluyó una nueva forma de relacionarse entre los países de la región, donde se dejaron de lado los modales diplomáticos para dar paso a los intercambios descalificativos entre jefes de Estado, poniendo en riesgo las relaciones bilaterales.
A diferencia de las declaraciones del expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, y de su sucesor, Nicolás Maduro, quienes criticaban al gobierno de turno de Estados Unidos durante actos oficiales, ahora estos enfrentamientos se realizan a través de publicaciones en X, anteriormente conocido como Twitter, utilizando las cuentas personales de los mandatarios o las cuentas institucionales de los Estados.
Boric contra Bukele
Uno de estos casos tuvo como protagonista a Bukele, el presidente de El Salvador, quien se enfrentó públicamente con su homólogo chileno, Gabriel Boric, en 2022. El conflicto comenzó cuando Boric fue consultado sobre su opinión respecto al trabajo realizado por Nayib Bukele.
“No nos conocemos personalmente. Él no ha participado en las cumbres. Y si uno no participa por opción en las instancias multilaterales, genera también una sospecha. ¿Por qué no enfrentarse al escrutinio de tus pares?”, afirmó en su momento el mandatario chileno.
“Por lo menos, lo que yo he estudiado y conversado con gente de El Salvador es que hay efectivamente una deriva autoritaria“, continuó: “Enfrentar un problema gravísimo, como el de las maras, requiere mucha decisión, pero eso no se puede hacer restringiendo la democracia”.
El presidente de Chile continuó diciendo que no se siente muy identificado con la forma en que Bukele está liderando su gobierno. “Imagino que él podría decir lo mismo de mí”.
Javier Milei: “Petro es un terrorista asesino”
Durante una entrevista en la CNN, Milei criticó a su homologo colombiano, Gustavo Petro, calificándolo como un terrorista que asesinó a personas por su pasado en el Movimiento 19 de Abril (M-19), una guerrilla que operó hasta 1990. Sin embargo, el actual mandatario no fue condenado bajo ningún cargo durante su participación.
Las declaración de Milei fue respondida por el gobierno colombiano con la intención de retirar a su embajador en su sede diplomática en Buenos Aires y la expulsión de representante argentino en Bogotá. La tensión se elevó al punto de considerar la ruptura de las relaciones bilaterales, pero las cancillerías de ambos países resolvieron dejar pasar este incidente.
AMLO es un ignorante, según Milei
En la misma entrevista Milei comentó que se siente alagado por ser criticado por el presidente saliente de México, Andrés Manuel López Obrador. El libertario calificó a su homólogo como un “ignorante“.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es muy cercano al peronismo y ha llegado a comparar a Milei con los dictadores. La próxima jefa de Estado de México y sucesora de AMLO, Claudia Sheinbaum, pidió respeto para López Obrador y afirmó que él y Milei representan dos proyectos muy diferentes.
Por su parte, Milei ha declarado que México y Colombia se encaminan a implementar regímenes autoritarios similares a los de Venezuela y Cuba, comentando: “Van en camino”.
Lula Da Silva: “Milei debe disculparse con Brasil”
Desde la llegada de Milei a la presidencia en diciembre de 2023, la relación bilateral entre Argentina y Brasil se ha enfriado debido a las diferencias ideológicas y de política exterior entre el libertario y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Durante su campaña electoral, Milei calificó al mandatario brasileño como un “comunista” y “corrupto” en reiteradas ocasiones. Lula, en respuesta, declaró en una entrevista con el medio UOL: “El dijo muchas tonterías de Brasil. No conversé con el presidente de Argentina porque creo que debe pedirle disculpas a Brasil y a mí”.
Según Marco Teruggi, sociólogo y autor de “¿Qué es América Latina hoy? Crónicas políticas” la región vivió una polarización concretamente con estos cruces entre presidentes: “Tanto Bukele como Milei tienen una lógica de confrontación y polarización en terminos políticos y diplomáticos para construir su propia referencia en el escenario internacional”.
Por su parte, Frenkel considera que el mundo tiene una polarización política, y en América Latina se expresa con presidentes concretos, no por grupos como el Lima o Puebla. “En todo caso puede haber afinidades como Milei con Bukele, o Lula con otros presidentes de izquierda”.
¿Diplomacia?
Históricamente, las relaciones entre países se mantenían a través de mensajes enviados por las cancillerías o ministerios de relaciones exteriores, o mediante las embajadas con comunicados oficiales o non-papers, documentos compartidos extraoficialmente entre países.
Sin embargo, en los últimos años, esta práctica tradicional en las relaciones internacionales no se ha consolidado en la manera en que presidentes como Milei y Bukele se relacionan con otros mandatarios. Ambos han relegado la función de sus cancillerías y han optado por manejar la diplomacia directamente a través de las redes sociales, especialmente en X, antes conocido como Twitter, utilizando sus cuentas personales o, en su defecto, las cuentas oficiales, como la “Oficina del Presidente de la República Argentina” en el caso de Milei.
En este sentido, Teruggi considera: “Hay efectivamente una dinámica muy fuerte de algunos presidentes respecto a las redes sociales. En el caso de Milei no solamente hay una intención política de desintegración regional, sino además una forma de construir tensión, crear conflicto como forma de construir su propia referencia y su acumulación política.
El que usa las redes sociales para expresarse contra otros presidentes es el de Colombia, Gustavo Petro. Teruggi asegura que tuvo un uso asiduo de utilización del Twitter que incluso ha tenido un cortocircuito con el Gobierno de Chile debido a que criticó el sistema de justicia que lo caracterizó como procedente Pinochet.
Adiós comunicados, hola tuits
El avance de la tecnología en los últimos años ha transformado la manera en que las personas se informan. Mientras que históricamente la televisión, la radio y la prensa escrita desempeñaban ese papel, ahora las redes sociales, como Twitter, también juegan un rol crucial en la difusión de noticias y opiniones.
Frenkel explica: “Hay una ‘diplomacia digital’ donde la comunicación política, la forma de comunicarse con otros líderes, también se ha extendido al uso de plataformas, así que creo que sí es un nuevo tipo de de práctica política”.
Sin duda, quienes mejor han sabido entender y utilizar esta nueva forma de hacer diplomacia han sido los presidentes de derecha o extrema derecha, como Trump en Estados Unidos, Bukele en El Salvador, y ahora Milei en Argentina. Este fenómeno también se observa en Europa, con partidos como Vox en España.
Venezuela y una elección con fraude
El presidente Nicolás Maduro fue proclamado ganador de las elecciones del pasado domingo 28 de julio en Venezuela, obteniendo así su tercer mandato consecutivo. Esto marca una continuación de su gobierno en un contexto de gran tensión política y económica en el país.
El Centro Nacional Electoral, el órgano encargado de organizar las elecciones en Venezuela, anunció que el actual presidente Nicolás Maduro ganó los comicios con un 51% de los votos, superando al 44% obtenido por su rival y principal candidato opositor, Edmundo González.
Sin embargo, a diferencia de las elecciones de 2013 y 2018, que fueron ampliamente cuestionadas por la oposición, aún no se han publicado las cifras del escrutinio que le otorgan a Maduro seis años más de mandato. Además, la oposición ha denunciado fraude electoral, señalando que la mayoría de los 7 millones de venezolanos que viven fuera del país no pudieron votar debido a nuevas exigencias impuestas por el gobierno. Asimismo, veedores internacionales y figuras políticas de la región fueron deportados al llegar a Caracas, lo que incrementó las sospechas de irregularidades en el proceso.
Macarena González Machado, politóloga por la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, considera: “Pese al resultado publicado por el CNE, es importante decir que en los centros de votación a nivel nacional da como ganador de las elecciones a Edmundo González con amplia ventaja”.
Agrega también que la participación y la celebración fue tan amplia que dificultó al gobierno ponerse como ganador y pretender la desmovilización del pueblo como hizo en otras elecciones. En este caso, Maduro perdió incluso en las zonas populares donde ganaba antes.
¿Qué pasa en Venezuela ahora?
Tanto Maduro como González se consideran ganadores de las elecciones. El mandatario dice haber ganado con el 51 por ciento como lo dice la CNE, pero el opositor lo aclama con un 70 por ciento de los votos según las actas que dicen tener.
“Los venezolanos entraron ahora en un debate de cómo demostrar y cómo mantener a motivada a la ciudadanía, para reclamar su derecho a votar y que sea respetado”, considera Machado.
Y continúa: “El pueblo enfrentando como hacer la consolidación de una república que puede construirse en función del reconocimiento de unos resultados donde mayoritariamente la gente expresa querer un cambio político, pero al mismo tiempo estamos enfrentando la posibilidad de de esa transición ordenada pacífica”.
Sin embargo, la represión de las fuerzas de seguridad en las calles ya cumple 48 horas y tiene en su haber 13 civiles muertos y cerca de 177 detenidos, además de destrozos en todos los centros urbanos.
Unas elecciones clave para el continente
América Latina está atenta a las elecciones en Estados Unidos, Uruguay y Venezuela, ya que cada mandatario electo podría inclinar la balanza entre la izquierda progresista o la derecha liberal y conservadora.
Los comicios en Estados Unidos serán cruciales, especialmente si Donald Trump gana y asume su segundo mandato. Según sus últimas declaraciones de campaña y los especialistas consultados, se anticipa que el republicano prometerá un gobierno mucho más agresivo.
En lo que respecta a América Latina, Trump fue especialmente duro con los regímenes de Cuba y Venezuela, además de promover la asunción de Jeanine Áñez en Bolivia. Durante su campaña, también prometió intensificar las deportaciones de inmigrantes ilegales en Estados Unidos, haciendo un énfasis particular en los salvadoreños, a quienes acusó de ser delincuentes enviados por Bukele a su país.
Por otro lado, en Uruguay, se perfila un escenario en el que el Frente Amplio podría volver al gobierno tras cinco años de presidencia de Luis Lacalle Pou. Su candidato, Yamandú Orsi, se inclina por una mayor integración regional a través del Mercosur, lo que podría cambiar la dinámica de las relaciones en la región.