La Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist publicó su Índice de Democracia Global, en el cual analiza la calidad democrática de 167 países y territorios en 2023, incluidas las dictaduras. Según el informe, Noruega y Nueva Zelanda son los países más democráticos. Además, se destaca que el 39% de la población mundial vive bajo regímenes autoritarios en 59 países, con Afganistán y Myanmar (también conocida como Birmania) como los menos democráticos. Entre estos últimos, Guinea Ecuatorial sobresale por tener la dictadura más longeva del mundo, aún bajo el mando de una misma persona.
Oliver Guez, en su libro El siglo de los dictadores, describe a los líderes que gobernaron con mano de hierro, ya sea de manera consciente o no, y que surgieron en medio de guerras, revoluciones o crisis económicas. Entre los ejemplos se encuentran Francisco Franco en España, Ruhollah Jomeiní en Irán y Adolf Hitler en Alemania. El historiador señala que estos dictadores del siglo XX imponían su voluntad, restauraban el orden y transformaban a la sociedad en un “Estado cuartel”, donde solo el dictador podía dar órdenes. Para consolidar su poder, prohibían a la oposición, censuraban a los medios de comunicación y encarcelaban o eliminaban a sus opositores, especialmente a los intelectuales.
Estos líderes vigilaban de cerca a su entorno para asegurarse de que la sociedad cumpliera sus reglas, reprimiendo cualquier señal de rebeldía. Con el tiempo, la vida o muerte de cualquier persona quedaba en manos del dictador. Por otra parte, Adam Przeworski, en Las crisis de la democracia, define a esta última como un sistema en el cual la gente elige y puede remover a sus gobernantes mediante elecciones. Las dictaduras del siglo XX y XXI, en cambio, se caracterizan por la ausencia de elecciones libres, la represión de la oposición, la censura de la prensa y la falta de organismos que controlen al gobierno.
Aquí se habla español y no es casualidad
Durante la década de 1960, África experimentó un proceso de sucesivas declaraciones de independencia de países que, hasta entonces, eran colonias y protectorados, principalmente bajo control del Reino Unido y Francia.
En ese contexto, Guinea Ecuatorial se convirtió en una nación independiente, rompiendo así sus lazos coloniales con España que databan de siglos atrás. Incluso, fue parte del Virreinato del Río de la Plata hasta la Revolución de Mayo de 1810.
A partir de 1963, bajo la presión internacional, esta región africana se transformó en una entidad autónoma con un gobierno democrático. En 1965, la ONU instó a España a fijar una fecha para la independencia de Guinea. La presión llevó al Consejo de Ministros español a tomar la decisión, en 1966, de concederle alguna forma de independencia.
Finalmente, en 1968, se celebró un referéndum en el que el 63% de la población votó a favor de la independencia, dando origen a Guinea Ecuatorial. Meses después, se realizaron elecciones, y Francisco Macías se convirtió en el primer presidente del país.
Cuando el país parecía estar viviendo una “primavera democrática”, el líder de la oposición, Bonifacio Ondó Edú, fue arrestado y asesinado en 1969, acusado de ser el presunto autor de un intento de golpe de Estado.
Francisco Macías aprovechó esta situación para consolidar su poder, y en 1971 decretó un régimen de partido único, acaparando todos los poderes del Estado. En poco tiempo, Guinea Ecuatorial se transformó en una dictadura.
¿Un nuevo Dios?
Una de las principales medidas del nuevo régimen autocrático de Francisco Macías fue reformar la constitución para proclamarse presidente vitalicio y asegurar su poder con el apoyo de aliados como la Unión Soviética, China y Cuba.
En 1975, emitió un decreto que prohibía toda educación privada, lo que llevó al cierre de las escuelas católicas. La población fue advertida de que cualquier contacto con la iglesia podría acarrear severos castigos. Ese mismo año, Macías se autoproclamó como el “Milagro Único”, consolidando aún más su culto a la personalidad.
Francisco Macías fue finalmente derrocado el 3 de agosto de 1979 en un golpe militar liderado por su sobrino y entonces ministro de Defensa, el teniente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo. Sin embargo, Guinea Ecuatorial no recuperó la democracia que había iniciado tras su independencia, ya que el nuevo régimen también mantuvo el país bajo un gobierno autoritario.
Teodoro Obiang, el gobierno que parece no tener fin
El nuevo mandatario, Teodoro Obiang, se presentó a su pueblo como el inicio de una etapa democrática mediante elecciones presidenciales. Sin embargo, estos comicios siempre resultaban con él como ganador, obteniendo más del 95% de los votos. Desde entonces, ha gobernado Guinea Ecuatorial de manera ininterrumpida, argumentando que su mandato está legitimado por las urnas.
“Guinea Ecuatorial es y sigue siendo una dictadura, pero tiene la apariencia de una democracia por tener elecciones con resultados inverosímiles que siempre le dan la victoria a Obiang”, explica Omer Freixa, historiador y magíster en Diversidad Cultural, especialista en estudios Afroamericanos por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).
Y continúa: “Obiang controla el gobierno de manera autoritaria, siendo una de las peores dictaduras del mundo, donde los habitantes carecen de derechos básicos”. Freixa también considera que el régimen de Guinea Ecuatorial sigue en el poder gracias a sus vínculos con Estados Unidos, España y China.
Por su parte, Constanza Montaña, licenciada en asuntos internacionales y miembro del Instituto de Estudios Estratégicos y de Relaciones Internacionales (IEERI), señala que “Guinea Ecuatorial, a pesar de su régimen autoritario, no tiene la misma relevancia para la comunidad internacional que otras dictaduras como las de Chad, Eritrea o Camerún”.
Uno de los motivos por los que pocos países denuncian sistemáticamente la dictadura de Obiang es que Guinea Ecuatorial es uno de los mayores exportadores de petróleo en el continente, tras el descubrimiento de importantes depósitos de hidrocarburos por empresas estadounidenses en 1995.
La exportación de petróleo ha convertido a Guinea en uno de los países con el PBI per cápita más altos de África, con 13.723 dólares por habitante, según el Banco Mundial. Sin embargo, el 70% de la población vive con menos de dos dólares al día. La mayor parte de esa riqueza está concentrada en los círculos más cercanos al gobierno, principalmente en torno a Obiang.
Ni derechos, ni humanos
Guinea Ecuatorial ocupa el puesto 156 de 167 países en el ranking de calidad democrática, según el informe de The Economist. Es uno de los regímenes más autoritarios del mundo, solo superado por Corea del Norte, Afganistán y Myanmar.
Amnistía Internacional denuncia que en el país se utiliza la tortura para obtener información de los civiles, siendo las figuras de la oposición los principales objetivos de estos abusos.
Por su parte, Reporteros Sin Fronteras informa que el gobierno ejerce un estricto control sobre los medios de comunicación, donde la censura sigue siendo la norma.
No existían medios de comunicación independientes en Guinea Ecuatorial. El marco jurídico penalizaba el ejercicio de la libertad de expresión y la libertad de prensa mediante el uso recurrente de leyes sobre calumnia y difamación, lo que fomentaba la autocensura.
La organización Somos Parte del Mundo, que defiende los derechos de las personas LGBTI, publicó un informe denunciando la presunta tortura de 12 personas LGBTI a manos de las autoridades. Además, el 10 de julio, las fuerzas de seguridad registraron, sin orden judicial, la oficina de la organización en Malabo.
¿Un sucesor?
Lejos de tener intenciones de dejar el poder, Obiang planea continuar al frente del país hasta su muerte, pero para ello necesita un sucesor. Según Freixa, ese sucesor sería uno de sus hijos.
El principal candidato a asumir el poder es Teodoro Nguema Obiang Mangue, conocido como “Teodorín”, actual vicepresidente y ex jefe de las Fuerzas Armadas.
A nivel internacional, Teodorín es famoso por su excentricidad y ha sido sancionado por fraude. En 2017, la justicia francesa lo condenó por malversación de fondos y ordenó la incautación de sus activos en el país europeo.
Teodoro Nguema Obiang Mangue recibió una sentencia suspendida de tres años en ausencia y una multa de 30 millones de euros. Además, sus activos de lujo en Francia fueron incautados, incluyendo una propiedad en París valorada en más de 120 millones de dólares. Según el historiador, Teodorín no tiene aspiraciones de democratizar Guinea Ecuatorial.