Federico, 7 años. Actualmente es guionista de historietas.
Mis viejos se las arreglaron para mantenerme a mí y a mis hermanos un poco aislados de los miedos y las situaciones que pudiéramos pasar. A pesar de eso había cierto clima de miedo en un principio, luego todo se fue naturalizando. Se veían muchas armas en la calles, y era total normalidad ver pasar un camión militar con soldados. Mis viejos trataban de no hablar ciertos temas delante nuestro. Ellos no sabían si uno iba a hablar en el colegio, o decir lo que fuera que genere sospechas de algo. De todos modos siempre algo se filtra.
Mi papá trabajaba en un hospital de Olivos, nosotros somos de La Plata. Tenía que hacer una guardia por semana. Me acuerdo que contó que se le trabó el sistema de frenado. Se le habían pegado las pastillas de freno justo pasando por el espacio del ejército que queda por City Bell. El episodio que él contaba es que se le frenaba el auto y quería seguir igual. Salían chispas de las ruedas. Hasta no dejar de pasar por ahí mi viejo no quería frenar porque te podían ametrallar el auto.
La otra cosa que nos pasó fue que una organización armada puso una bomba en un banco que quedaba a la vuelta de mi casa. Recuerdo la explosión y recuerdo que pasamos por la puerta porque íbamos a visitar a mi abuela. El comentario de mi vieja, aterrada, fue: “pasaste con el nene hace media hora por ahí”. Eso fue heavy.