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    ¿Conocés al Colectivo Antroposex?

    Tiempo de lectura: 10 minutos

    Antroposex es un colectivo interdisciplinario de estudios del área de la antropología y sexualidad humana. Nacido hace 15 años en el seno del mundo académico de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, se propone trasladar al común de la sociedad una nueva forma de percibir la sexualidad y la perspectiva de género.

    Se trata de un nuevo mundo donde no existen tapujos, donde se puede ser uno mismo y donde también se discute la coyuntura. Un mundo donde también existe la joda, claro, de la mano de la Perra Fest, cuya fecha y locaciones se pueden seguir a través de la página de Instagram del colectivo.

    “La curiosidad fue el punto de partida de una búsqueda. Esa misma curiosidad también creó una necesidad y, a su vez, la posibilidad de dar una respuesta a esa necesidad”, recuerda Luc Uzal, miembro de Antroposex, acerca de los primeros talleres de Antropología y Sexualidades que habían dictado.

    -¿Cómo nace este proyecto?

    -Arrancó como un grupo de estudio, una convocatoria abierta de un docente que, conversando con otro estudiante, lanzó la propuesta de armar un grupo sobre sexualidades. Estamos hablando de 2008, ya pasaron muchos años y lo que sucedió en este tiempo fue fundamental. Esto fue justo antes de que se instalara públicamente una agenda sobre estas cuestiones, sobre la sexualidad. La más inmediata iba a ser el matrimonio igualitario al poco tiempo. En ese momento en la facultad había mucha actividad, como por ejemplo, dentro de Antropología, el grupo liderado por Mónica Tarducci, que de alguna manera nucleaba propuestas vinculadas al feminismo. Pero en ese momento había una especie de vacancia respecto a las cuestiones de sexualidad, al menos en la carrera y en los contenidos. Realmente fue una apuesta que terminó convocando a quienes teníamos inquietudes, y así se fue conformando el grupo, que obviamente fue cambiando con los años.

    Zonas temporalmente autónomas, un libro de Hakim Bey difundido por Antroposex.
    Zonas temporalmente autónomas, un libro de Hakim Bey difundido por Antroposex.
    -¿De qué manera comenzó a desarrollarse la actividad en seminarios y actividades afines?

    -En los primeros años, estaba muy ligado a la facultad y al espacio de militancia en la universidad. Después fueron sucediendo otras cosas, pero inicialmente sí, empezó con la convocatoria como un grupo de estudio. Nos juntábamos cada dos semanas a leer y luego comenzamos a hacer algunas experiencias docentes a partir de nuestro recorrido. Así empezamos a tener presencia en la facultad y en otros lados.

    -Al momento de pensar esto como proyecto, ¿fue porque vieron alguna necesidad de estudiar y profundizar en esto dentro de su propia facultad o fue mera curiosidad?

    -Lo interesante es que cuando nosotrxs arrancamos, salvo el docente que lanzó la convocatoria, todxs éramos estudiantes. Había algo de curiosidad que tenía que ver con ese momento de ser estudiante, donde hay una búsqueda activa que está todavía poco definida y te hace ver que hay algo que falta. A medida que empezamos a recorrer, nos dimos cuenta de las cosas que faltaban, sobre todo porque al acercarte a ciertos temas, te cambia la mirada. Es lo que pasa un poco con el feminismo y la teoría queer: empezás a ver con otros ojos las cosas que antes parecían naturales. Te das cuenta de cómo hay un sesgo permanente desde las instituciones, los contenidos de la Facultad y los autores que se trabajan. En las primeras actividades, había más de 100 inscriptos en un seminario de Antropología, que era una materia optativa. Lo normal eran 30-35 personas. Así que sí, la necesidad estaba, y fue también un impacto.

    -¿Cómo acompañó el crecimiento del colectivo y la llegada de personas interesadas en lo que se planteaba, a la par de la oleada feminista y la marea verde? Incluso mucho antes, con la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género. ¿Hubo algún quiebre en la cantidad de gente que se acercó al colectivo a partir de la sanción de esas legislaciones?

    -Sí y a la vez no. Me parece que lo que ocurrió con el feminismo y las leyes fue que nos sacó cada vez más de la universidad, forzándonos a hacer articulaciones con otros espacios que no estaban necesariamente vinculadas a Filosofía y Letras. Había dos líneas de militancia fuerte dentro de Antroposex: una era tratar de incluir contenidos de género y sexualidad dentro de la facultad y, en particular, en la carrera de Antropología; la otra línea estaba relacionada con la producción colectiva de conocimiento. En ese momento, una de las maneras en que dábamos la batalla era reforzando la instancia de lo colectivo en la producción de conocimiento, aplicándolo a la sexualidad y a otras cuestiones. Así se fueron armando nuestras intervenciones públicas, teniendo siempre en cuenta estas dos cuestiones. Antroposex siempre atrajo a gente de otras carreras también.

    -Fue mutando a través del tiempo y también se convirtió en una actividad militante…

    -Y también de otro tipo de experiencias. Al principio, pasaba mucha gente por el grupo. Nos juntábamos regularmente y venía quien quería, así funcionaba. Siempre había un grupo más estable y, tal vez, gente que se acercaba y después se iba. Con la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género, en su momento fuimos parte del frente que se armó. Más allá de la participación en la universidad, a partir de la tarea militante de algunos compañeros y compañeras, el nombre de Antroposex también empezó a circular por otros espacios. Nos empezaron a convocar de otros lugares para dar cursos y articular con organizaciones. Pasaron muchas cosas, pero en los primeros diez años estuvimos muy asentados en Filosofía y Letras.

    -Este proyecto se fue deslocalizando con el paso del tiempo y se trasladó desde el estudio de la sexualidad y la antropología y sus campos afines, a, por ejemplo en eventos como la Perra Fest.

    Al principio, Antroposex, cuando estaba ligado a la facultad, tenía una agenda muy orgánica que implicaba sostener mucho trabajo, muchas horas de reuniones. Eso fue formando no solo nuestra habilidad para organizarnos, sino también un lenguaje en común, una manera de pensar los problemas y ciertas preocupaciones compartidas. Así se fue tejiendo algo que nos pertenecía un poco a todos y, a la vez, no del todo a nadie. Esto fue armando una comunidad de pensamiento conjunto. Esto también sentó las bases de cómo nosotros formamos nuestra amistad, una red de contención.

    Otra cosa que nos llevó a pensar en otras problemáticas fue el agotamiento del enfoque identitario y de las discusiones en torno a la identidad y la política de la identidad. En algún momento, pensar la sexualidad era sinónimo de pensar en las identidades, especialmente en lo LGTBI y en problemas centrados en la identidad. Parte de lo que pasó con las fiestas es que cambiaron ese esquema, permitiendo pensar en las experiencias disidentes desde otros enclaves no identitarios.

    La experiencia de la fiesta, de hecho, transforma la identidad. En lugar de reforzar, la transformaba a través de experiencias que permiten ser alguien distinto.

    Flyer Perra Fest diciembre 2023.
    Flyer Perra Fest diciembre 2023.
    -Sin el peso social de ser juzgado.

    -Las fiestas son espacios de experimentación. O ves cosas que te interpelan, o te encontrás en situaciones que te transforman. Otro eje que permitió descentrar el agotamiento identitario, que sigue siendo totalmente vigente, fue la cuestión de pensar sobre el punitivismo, que también en algún punto se conecta con la problemática de la fiesta. Estos fueron los desplazamientos que fuimos haciendo.

    Después, la verdad es que cada quien tiene su propio camino. Hay gente más metida en la academia, gente que participa desde la gestión pública, personas que están en la militancia orgánica y otras que se activan desde el arte. Existe una heterogeneidad que siempre es muy fructífera, porque la fiesta también junta todo eso. Heterogeneidad no significa que no haya un trabajo común que una todo eso y permite articularlo de manera muy potente. Creo que por eso es que nos llevamos tan bien.

    -En este momento tan delicado y en plena proliferación de discursos de odio del lado del poder político, ¿cómo es ser parte del Colectivo Antroposex en la era de Javier Milei?

    -Y los efectos que eso produce en términos de hostigamiento de la gente que te escribe. Digo, lo que le pasó hace poco a Sudor Marika con el festival. Ahí funciona algo interesante que siempre tuvo Antroposex, y que se reafirma de alguna manera, que es la capacidad de hacer posicionamientos de coyuntura.

    Esa heterogeneidad de la que hablaba incluye términos políticos. No todos tenemos necesariamente las mismas posiciones respecto a las identidades políticas, sino más bien ciertas discusiones que son muy transversales. No tenemos posicionamientos unificados, pero siempre Antroposex pudo hacer posicionamientos de coyuntura y, al mismo tiempo, tratar de pensar más allá.

    -Podría decirse, entonces, que trasladan los métodos de estudio de la carrera a la caracterización de la política en sí y los hacen carne en cuanto a su experiencia colectiva.

    -Antroposex siempre fue un espacio muy seguro para pensar, lo que implica poder pensar más allá de la urgencia, más allá de lo que uno se ve forzado a decir en el momento en que es urgente y necesario. Pero también hay un espacio interno con una buena libertad, no una libertad omnipotente que se lleva todo por delante, sino una libertad donde se permite titubear, no estar seguro o segura de lo que decís, abrir algo de la fragilidad para poder pensar con otros.

    Ser parte de este colectivo tiene que ver con poder hacer lo urgente y, a la vez, ser una especie de refugio de cuidado amoroso. Es un espacio donde se preserva algo que está en riesgo, algo muy elemental y básico que necesita ser protegido.

    -La crisis en la que el gobierno actual está sumergiendo al país se traslada y oprime de diferentes formas a distintos sectores. De hecho, el típico comentario post-balotaje tenía que ver justamente con eso, con rediscutir cosas que ya se daban por saldadas.

    -No es solo que tengamos que seguir hablando de cómo las personas travas enfrentan barreras para acceder, por ejemplo, al hospital público. En realidad, también se está poniendo en riesgo el hospital público en sí. No es que lo anterior deje de ser importante, pero hay que entender que lo que está en riesgo ahora es el fundamento que hace posible reclamar esas cosas que ya, en algún punto, pensábamos aseguradas.

    La sensación es que estas personas no vienen a jugar a la política, sino a arrasar con lo que hace posible que la política tenga lugar. Se trata de algo que precede a la política misma. Incluso se puede pensar en términos históricos, en lo que se suele llamar el pacto democrático que surgió después de la dictadura, con una serie de acuerdos que hacen posible la política. Esta gente viene a deshacer eso.

    Y lo hacen con discursos de odio, ya sea contra nuestras identidades o lo que sea. Es muy impresionante. Hay que seguir participando públicamente, seguir haciendo cosas que nos hagan bien, decir lo que hay que decir, pero también pensar en términos de cómo nos preservamos, cómo nos cuidamos entre nosotros y cómo evitamos ponernos en riesgo.

    Camila Mitre
    Camila Mitre
    Soy periodista y fotógrafa, además de la editora general de Ornitorrinco. Especialista en Moldavia, Transnistria y Gagaúzia.

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