back to top
More

    En primera persona: El relato de la resistencia en Télam

    Tiempo de lectura: 7 minutos

    “Yo entré a trabajar en Télam un 4 de marzo de 1994 y el 4 de marzo de 2024 vallaron el edificio, justo cuando cumplía 30 años en la agencia”, comenta Paula Luanco. Ella ingresó en la cablera a los 18 años. Su rol como delegada del Sindicato de Prensa de Buenos Aires y miembro de la Comisión Interna hoy le impone la tarea de coordinar la resistencia diaria. La necesidad es evitar el cierre de la empresa estatal y reclamar la reinstalación en sus funciones. 

    En una mañana templada de domingo, mientras los demás acampantes se ocupan de recoger los colchones que habían colocado en la vereda de la calle Bolivar 531, la ex Coordinadora de Relaciones Institucionales y Licenciada en Comunicación Social tiene una conversación con Ornitorrinco. Durante esta charla, ella explica que la lucha que están llevando a cabo comenzó mucho antes de que las rejas de hierro bloquearan el acceso a las dos sedes.

    En un discurso de Javier Milei, antes de tomar la decisión de llevar adelante su promesa de campaña, los empleados escucharon nuevamente sus amenazas sobre la continuidad de sus puestos de trabajo. Ante esta situación, sin vacilar, decidieron organizar guardias nocturnas para salvaguardar los archivos y herramientas de trabajo. A pesar de sus esfuerzos, no lograron detener el avance de la Policía Federal y optaron por resistir de manera pacífica.

    Acampe de Télam. Imagen: Paola Varela.
    Acampe de Télam. Imagen: Paola Varela.

    “Estábamos en alerta, pero no queríamos tomar los edificios. Cuando aquel domingo a la noche vimos que iban a poner las vallas, nos fuimos, porque no íbamos a hacer el circo de atrincherarnos”, recuerda la delegada. Muchos de sus colegas ni siquiera alcanzaron a sacar las pertenencias que tenían dentro de las oficinas. 

    Aunque la virulencia de los funcionarios libertarios menguaron el efecto de sorpresa de esta acción contra el medio público, el golpe se sintió con fuerza. “Sabíamos que algo iban a hacer, porque lo habían dicho durante la campaña, pero nos fuimos un viernes -y  algunos la noche anterior- y cuando llegamos ese lunes estaba todo cerrado, no lo podíamos creer”, recuerda Luanco.

    La lucha se hace visible

    Los empleados de Télam no consideran en absoluto la posibilidad de recibir un salario sin hacer nada. A pesar de la sorpresa que les causó aquel correo electrónico con la famosa dispensa de tareas y el pago de sueldos, esta situación se repite cada semana y genera una sensación de incertidumbre. Es otra de las estrategias absurdas del economista que prometió el crecimiento del país, ya sea con o sin recursos económicos.

    Pero el hogar de un periodista es la redacción, al menos para los que disfrutan de hacer prensa escrita. Por ese motivo, las veredas de Bolívar 531 y de Belgrano 347 se convirtieron en las oficinas. Desde ahí, se coordina y publica el contenido que los colegas en lucha producen. Además, son las sedes del acampe, de la resistencia, desde donde estos laburantes pretenden dejar algo en claro: “no somos ñoquis”.  

    “Decidimos seguir cumpliendo con nuestro horario de trabajo en la asamblea posterior al cierre del edificio. Pero también nos quedamos todas las noches, para que la presencia sea total”, asegura Sabino Cabrera, fotoperiodista y delegado de la Comisión Interna. Les están pagando y quieren prestar servicios. La negociación de “retiros voluntarios” no se ejecuta con la agencia en funciones. 

    Visibilizar, contar y procurar que la mayor parte de la sociedad entienda el significado de tener una cablera de origen nacional es otra de las luchas. Es por eso que, desde hace casi tres meses, se dedican a organizar diversas actividades para exhibir los frutos de 79 años de trabajo desde su creación el 14 de abril de 1945. 

    Muchas veces la gente lee una nota en un medio y no sabe que la fuente era Télam. No es una crítica, porque ese era el rol de agencia. Pero es bueno mostrar a esas personas la importancia de esta función que cumplíamos”, recalca el referente sindical mientras celebra la recepción positiva que tienen estas convocatorias y en las que muchas veces sus participantes se enteran en ese instante lo que está pasando.

    Somostelam.com es otro de los frentes donde se da esta pelea. En el portal, los periodistas comunican lo cotidiano y cuentan historias. Recomendación: repasar una línea de tiempo sobre los hitos que atravesaron la trayectoria de la cablera. Un recorrido que empieza con la decisión de Juan Domingo Perón de “romper con la hegemonía que ejercían en el país las agencias estadounidenses de United Press International (UPI) y Associated Press (AP)”

    Nadie se salva solo

    Son muchas las publicaciones que se han escrito sobre la situación diaria de la agencia de noticias. Es importante destacar que en cada uno de estos relatos, surge como una obligación casi moral, el agradecimiento de los acampantes hacia otros sindicatos, agrupaciones barriales, movimientos políticos y muchos vecinos. Estas personas contribuyen a que su estadía en las veredas de las sedes sea lo menos incómoda posible.

    “Nos bancan las asambleas barriales de Monserrat, San Telmo y La Boca. Nos traen comida, hasta un sillón nos donaron. También hay una vecina enfermera y se ofrece para darnos atención. Nos regalaron una bolsa de dormir, hay apoyo”, señala Sabino Cabrera. La cena, los gazebos, otros alimentos y muebles llegan desde los sindicatos de La Bancaria, SMATA, la CTA y agrupaciones políticas como La Cámpora y el Polo Obrero, por nombrar algunas. 

    Acampe de Télam. Imagen: Paola Varela.
    Acampe de Télam. Imagen: Paola Varela.

    Pero entre los buenos gestos se filtra, de vez en cuando, la llegada de algunos jóvenes “libertarios”. La inexperiencia les brota de los poros y muestra que no hay una convicción firme detrás del odio que les implantaron en alguna red social. Por ese motivo los defensores de Télam no le dan relevancia. “Una vez vinieron a manifestarse con unos cartelitos y tuvimos que darles una mano. No sabían cómo pegarlos, fue algo cómico”, se ríe Luanco. 

    Más allá de lo anecdótico, hay que destacar que la única respuesta a esta lucha fue el ofrecimiento de “retiros voluntarios”. Todo eso, en medio de una situación de total inestabilidad. Mientras tanto, los amenazan con iniciar un Procedimiento Preventivo de Crisis para ajustar aún más el margen de decisión. Más de 350 trabajadores, por miedo a perder sus años de antigüedad, firmaron su salida sin posibilidad de negociar.  

    La crueldad del Gobierno no se limita únicamente a su estrategia de cierre, sino que también se evidencia en aquellos sectores de la población que celebran los despidos de otras personas. “Es una locura que hayan convencido al laburante que el problema es otro laburante. Cuando se den cuenta del daño que causa que el Estado se retire de todas estas políticas públicas, que le sirven al pobre y al que no lo es, va a ser muy difícil volver de eso”, sostiene Paula Luanco.

    Acompañar y velar por el futuro de la agencia de noticias es casi un deber de los argentinos. Cada contenido que se creó dentro de esas paredes le pertenece al pueblo. Un pueblo que tiene derecho a estar bien informado. Así lo entiende la gremialista cuando afirma: “El archivo fotográfico y el periodístico son parte de nuestro patrimonio. Son necesarios, hemos recuperado estas cosas y no podemos entregarlas así como si nada”.

    Paola Varela
    Paola Varela
    Periodista y abogada. Hace más de 10 años llegue desde la hermosa localidad de Rosario para enamorarme de la vida en la ciudad de Buenos Aires. La música es mi refugio y la política me genera una gran curiosidad, pero lo que más disfruto es contar historias de la sociedad. Escribo también en Intersección.ar, un medio digital que difunde acciones que las ONG en diferentes alianzas.
    Skip to content