Ninguno conocía el museo, yo tampoco conocía el café. El Museo Evita, su confitería, fue el punto de encuentro. “Es un lugar sensato entre tanto…”, entre tanto café de especialidad se me ocurrió para completar. Enfrente tenía sentado a Pablo Penchaszadeh, alguien de quién seguramente escucharon hablar si siguieron el viaje que hicieron los científicos del CONICET en colaboración con el Schmidt Ocean Institute...