Rodolfo Walsh y la búsqueda de sus escritos ocultos

Recorren librerías antiguas, archivos y bibliotecas. Siguen pistas y conectan fechas con hechos. No son detectives, pero aplican sus mismos métodos. De todos los oficios terrestres, Fabián, Roberto y Horacio eligieron el de rastrear cuentos, crónicas y entrevistas nunca antes editadas del escritor de Operación Masacre. Llevan más de 50 textos encontrados que esperan publicar en un libro. Una entrevista inédita a Walsh se suma al hallazgo de este reportaje.

 

Bella Vista, Septiembre 2023.

─Encontré una nota nueva de Walsh en una revista ─dice un mediodía, sentado frente a su plato de sopa de cebolla, Fabian Dominguez.

─¿Sabes que yo tengo un cuento nuevo también? ─responde Roberto Baschetti.

Los dos se miran en silencio, mientras comen la sopa hecha por Nora, la pareja de Roberto. La luz primaveral entra limpia por los ventanales de su casa.

─¿Y si hay más textos dando vuelta? ─pregunta Fabián, mientras se limpia la boca con una servilleta.

Pero ese día, en ese hogar amplio de la zona norte del conurbano, es imposible saberlo. Fabián y Roberto no saben que terminarán encontrando más de 50 textos sin publicar del escritor de Operación Masacre. No saben, mientras hunden la cuchara en el plato de sopa, que Patricia ─la hija de Rodolfo─ se enterará de todo y les dirá que “están locos”, después de emocionarse al ver parte de esa obra reunida y nunca antes editada de su padre. Tampoco saben ─¿quién podría saberlo?─ que existe una entrevista inédita de 1974 al propio periodista desaparecido y que ambos, Fabián y Roberto, cerrarán los ojos y asentirán con la cabeza, tras oír la voz gruesa de Rodolfo.

Es imposible saber, o posiblemente no tanto ante el deterioro del mercado editorial, que nadie querrá publicar ese material. Un Walsh lejano, primerizo, tempranamente escritor. Un Walsh periodista, territorial, clandestino. Un Walsh oculto, a punto de ser descubierto.

─¿Y si hay más textos dando vuelta? ─insistió Fabián ese mediodía.

─Será cuestión de salir a buscarlos ─respondió Roberto, ya entrada la sobremesa.

***

La revista no está. Fabián Domínguez, 59 años, periodista, profesor de historia en escuelas públicas, busca desesperado un ejemplar de la revista Leoplan en su casa de Del Viso, provincia de Buenos Aires. Nada en la primera biblioteca, nada en la segunda. Tampoco entre las pilas de otras revistas. Gente, Vea y Lea, Panorama, las publicaciones exitosas de la prensa argentina entre la década del ‘60 y los ’80 se agolpan en un pasillo angosto del altillo de su casa. Nada.

─La estábamos por decretar como perdida con Roberto. Tampoco estaba en ningún archivo o librería de antigüedades ─recuerda Fabián, una tarde de mayo, sentado en un sillón amplio de su casa. La solución llegaría más tarde, desde una pequeña biblioteca de Tandil, y en una acotada colección de revistas, estaba el número 591 de Leoplan.

Los rastreadores: Rodolfo Walsh y la búsqueda de sus escritos ocultos
Roberto Baschetti revisa fotografías y publicaciones de diversas épocas sobre Rodolfo Walsh en su oficina en Bella Vista, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Foto/Gerardo Abraham.

El 15 de marzo de 1959, Walsh publica como nota de tapa una investigación sobre Tibor Gordon, un fisicoculturista checoslovaco que se había instalado junto a su familia en Pilar. Allí, en la zona norte del conurbano, Tibor había comprado tierras y fundado una secta de sanación. El fenómeno llamó la atención de la prensa, a medida que la cantidad de seguidores de su excéntrico líder crecía cada vez más. La revista, entonces, envía a su colaborador estrella a contar esa historia.

El Walsh que se embarca a investigar al “sanador” Tibor tiene 32 años y ya vio la sombra de la muerte rondando en los ojos de Carlos Livraga, uno de los fusilados que sobrevivió para contar las ejecuciones ilegales del Estado en los basurales de José León Suarez en 1956. Pasaron dos años de la publicación de Operación Masacre y, para esa fecha, Rodolfo ya obtuvo su primera identidad falsa para esconderse de la policía bonaerense. También finalizó su investigación sobre el asesinato del abogado Marcos Satanowsky por orden de la llamada “Revolución Libertadora”. Las crónicas denunciando el crimen del abogado del diario La Razón se publicaron un año antes, en 1958, tanto en la revista “Mayoría”, como en “Azul y Blanco”.

Para marzo de 1959, a Walsh lo ataca el poder judicial, lo persigue la bonaerense y lo detestan los agentes de la SIDE. El gobierno militar de Pedro Eugenio Aramburo, además, se la tiene jurada. No será el primer gobierno de facto que lo marque. Pero él sigue. Va hasta Pilar dos veces. La mirada fría, la exigencia en la indagación de los hechos. Tibor Gordon lo recibe en su comunidad sanadora. Le agradece especialmente por haber venido a contar su historia. La de él y sus seguidores que llegan desahuciados a esta zona en busca de un milagro de su parte. Un milagro a cambio de un pago en efectivo.

No sabía, Tibor, que ese periodista de lentes anchos y mirada parca desarmaría toda su farsa en una crónica de tres páginas.

─Esa crónica es fundamental para entender al Walsh periodista. Después de investigar como pocos a las altas esferas del Estado y sus fuerzas de seguridad, se mete con una secta espiritual y sanadora, tan de moda hoy. Eso nunca se recopiló, ni está subido a internet.

Fabián se inclina sobre un bloc de hojas blancas en una mesa. Son los borradores de “Un hombre que se anima” su proyecto literario, junto a Roberto Baschetti, para rescatar la obra desconocida del periodista desaparecido. Son más de 50 textos entre crónicas, cuentos y artículos sobre política y literatura ─entre otros escritos─ los que ambos hallaron, tras ese almuerzo en Bella Vista en 2023.

Los rastreadores: Rodolfo Walsh y la búsqueda de sus escritos ocultos
Revista Leoplán de septiembre de 1953 que incluye un cuento rastreado de Rodolfo Walsh intitulado “Crimen a distancia”. Foto/Gerardo Abraham

El criterio de selección del material, cuenta Fabián, tenía un solo requisito: que no se haya publicado antes en algún libro o antología. “Todo es importante porque estos escritos tienen un anclaje muy curioso con la actualidad. Son las mismas discusiones políticas y sociales de hoy”, dice el profesor de historia.

Al encuentro de Walsh

Fabián no llegó de casualidad a la obra de Walsh. En 1997, mientras trabajaba como periodista en el diario La Hoja de San Miguel, publicó “Bitácora de un clandestino”, una biografía que repasa en detalle la vida del escritor nacido en 1929 en Río Negro. En la presentación de ese libro, conoció a Roberto, quien años antes había publicado una biografía similar: “Rodolfo Walsh, vivo”. Desde entonces, quedaron unidos por la vida del periodista.

Los libros que históricamente recopilaron los cuentos o notas periodísticas “completas”, no abarcan la totalidad de lo producido por Walsh en toda su carrera. Los criterios de esas selecciones, editadas originalmente por el escritor Daniel Link para la obra de no ficción o Ricardo Piglia para sus relatos, responden ─según el profesor de historia─ a posturas más “estilísticas”.

─Lo que no se recopila, se pierde ─dice Fabián─. Uno puede tener la referencia de cuándo y dónde se publicó tal artículo, pero esas revistas o diarios cada vez son más difíciles de conseguir. Perder una crónica de Walsh por no respetar ciertos cánones literarios, es atentar contra nuestra propia memoria.

Además del reportaje sobre Tibur Gordón en Pilar, Fabián y Roberto encontraron otras cinco crónicas similares en el tono y estilo. Una de ellas narra la toma de terrenos en Villa Ocampo, ciudad al norte de la provincia de Santa Fe, a donde Walsh viajó en 1969 para cubrir el conflicto para el diario La CGT de los argentinos. Las otras cuatro son sobre la Villa 31 de Retiro, publicadas en 1974 en el diario Noticias y sin firma, pero reconociendo la cadencia narrativa del periodista a la hora de escribir sobre la crisis habitacional de Retiro. Todas las crónicas halladas respetan tres elementos fundamentales que acompañaron la tarea periodística de Walsh durante toda su vida: la investigación, el territorio y las personas.

Los rastreadores: Rodolfo Walsh y la búsqueda de sus escritos ocultos
Fabián Dominguez cuenta su proceso de investigación detrás de la edición de “cuentos completos” de Rodolfo Walsh en Del Viso, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Foto/Gerardo Abraham

Lo primero que ambos hicieron luego de rastrear los escritos fue hablar con Patricia, la hija de Rodolfo. Necesitaban mostrarle todo el material desconocido que habían encontrado de su padre. Al principio, la exlegisladora porteña se mostró distante. Algunos de esos textos le parecían “aburridos”, otros “innecesarios”, pero sabía que las intenciones de Fabian y Roberto eran buenas y no había un negocio espurio detrás. Además, en la última feria del libro, ella les confesó que nadie se había acordado de Rodolfo. “Están locos, pero hoy son los únicos que se están ocupando de su obra”, les aclaró Patricia.

Con el aval de la hija, solo faltaba encontrar una editorial. Hasta el momento, nadie se habia mostrado interesado por el manuscrito preliminar de la dupla literaria. Tampoco, claro, lo habían cerrado definitivamente.

Entre los últimos textos que Fabián encontró, hay dos cables de ANCLA, la Agencia de Noticias Clandestinas fundada por Walsh, junto a otros compañeros de la agrupación Montoneros en 1976. El golpe de Estado ya había ocurrido y el secuestro y la tortura a militantes de las agrupaciones políticas estaban en auge. ANCLA fue la antesala de la famosa Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, el último texto escrito por el periodista en vida, antes de ser secuestrado y desaparecido el 25 de marzo de 1977.

Fabián dio con este material de forma casual, mientras revisaba los archivos digitales de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires (DIPBA).

─Estaba buscando otra cosa y llegó a un cable de ANCLA del mes de junio de 1976. Todo lo conocido y publicado en libros era a partir de agosto.

Los rastreadores: Rodolfo Walsh y la búsqueda de sus escritos ocultos
Fabián Dominguez cuenta su proceso de rastreo de textos de Rodolfo Walsh en Del Viso, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Foto/Gerardo Abraham

El primer cable, del 7 de julio, describe el seguimiento y el secuestro de un escritor y un cineasta por parte de un grupo parapolicial. El segundo, del día anterior, habla sobre la condena que distintos mandatarios europeos habrían hecho contra la Junta Militar que gobernaba en el país. No llevan la firma del escritor, pero para Fabián no hay dudas.

─Walsh, a veces, te busca a vos. Llega de alguna manera extraña y te sorprende ─bromea el profesor de historia.

Aunque no tanto.

***

El piso es blanco, con un cubo rojo en el centro. Adentro del cubo, dice: “El postulado parte de la base de saber quien es quien, es decir, tener registrado a los buenos para saber quienes son cuando dejan de serlo”, material doctrinario de la DIPBA.

Es un sábado, las cinco de la tarde y en el edificio donde funcionó el aparato de inteligencia de la policía bonaerense hasta 1998, está por comenzar un taller de escritura. El archivo de la DIPBA, en el centro de La Plata, guarda toda la documentación de inteligencia que le fue cedida en 2001 a la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Desde 1956, cuando se creó la institución de espionaje, hasta 1998, cuando quedó desmantelada, se realizaron tareas de inteligencia a distintas organizaciones y civiles de la provincia.

Ciento de miles de esos operativos quedaron registrados en folios, legajos y partes que preserva la CPM y que ahora, en un aula blanca y amplia, el escritor Ramón Tarruella reparte en fotocopias. La propuesta del taller es crear textos de ficción a partir de casos reales de espionaje. “La idea es escribir sobre algún hecho real de la DIPBA y compartir una devolución grupal”, explica Ramón.

Rodolfo Walsh no estuvo exento a la vigilancia de la DIPBA. En el archivo hay tres fichas personales del periodista, creadas en 1973. Ese legajo certifica que hubo un seguimiento especial hasta su secuestro y desaparición, cuatro años más tarde. A su vez, integró una nómina de autores con “antecedentes ideológicos desfavorables”.

Los doce alumnos del taller se sientan en ronda. Ninguno sabe con certeza por qué se anotó. Nadie sabe por qué este sábado Alberto Borda, 63 años, la cara redonda, las manos anchas, dice frente a todos:

─Yo tengo una entrevista inédita y grabada a Rodolfo Walsh

A veces, te busca a vos. Llega de alguna manera extraña y te sorprende.

***

Por los altoparlantes de la estación de trenes de Retiro se anuncia la salida del Mitre a José León Suarez. Por este mismo hall central, Walsh tomó el tren con la periodista Enriqueta Muñiz y viajó hasta los basurales de Suarez. Allí, el 9 de junio de 1956, se fusilaron a doce personas, aunque siete sobrevivieron para contarlo. En ese mismo hall central, desde hace más de 40 años, Alberto Borda atiende su puesto de diarios.

En 2003, Alberto tenía un programa en a FM Universal, una radio comunitaria de la zona norte de Buenos Aires. En su programa, Alberto hablaba, entre otros temas, sobre política internacional. El alcance de la emisora no era mucho, pero su audiencia, recuerda el vendedor de diarios, era fiel. Uno de sus oyentes más entusiastas era Daniel Etchepare.

─Llamaba siempre para opinar de las cuestiones internacionales en la política o nos pedía canciones. Se notaba que la pasaba bien al escucharnos ─cuenta Alberto, quien también es periodista.

Un día del 2003, Daniel pidió juntarse personalmente con Alberto. Le dijo que tiene algo para darle, como un obsequio para el programa. Alberto fue a la reunión sin mucha expectativa, pero volvió a la radio con un tesoro.

─Me entregó un cassette con una entrevista que él le hizo a Rodolfo Walsh en 1974, cuando estaba en el secudari9. Lo entrevista Daniel con otros compañeros de su curso gracias a un profesor de literatura.

A veces, te busca a vos.

Raul Horacio Campodónico revisa viejas revistas “El Hogar”, en la Biblioteca del Congreso de la Nación, donde encontraría el cuento “El pájaro de las islas” de Rodolfo Walsh. Foto/Juan Noy

***

Es 1974. Edgardo Liso, profesor de literatura de una escuela secundaria en la localidad bonaerense de Adolfo Sourdeaux, acaba de darle una tarea a sus alumnos: escribir sobre Operación Masacre. Pero Edgardo es más ambicioso y les ofrece a sus estudiantes la posibilidad de entrevistar a su autor. Daniel y otros dos compañeros aceptan.

El encuentro es dentro de la redacción del diario Noticias, el último medio que integró Walsh antes de pasar a la clandestinidad. Los tres estudiantes llegaron hasta la calle Piedra 735 de Capital Federal para hablar con el periodista, a cargo por entonces de la sección policiales e interés general.

Durante 16 minutos, Walsh contesta parcamente las consultas de los alumnos. Se lo nota hastiado de las mismas preguntas de siempre. El sonido metálico de las máquinas de escribir se oye de fondo. El escritor habla, entre otras cosas, sobre la importancia de la realidad por sobre la ficción literaria. Opina del deterioro político que vive el país en aquel entonces y cuenta detalles sobre un próximo proyecto de libro.

─Me gustaría juntar algunos cuentos que tengo publicados y agregarles otros.

***

Roberto Baschetti, de 72 años, cierra los ojos para escuchar la entrevista que Daniel y sus compañeros le hicieron a Walsh. Sonríe y asiente al escuchar cada respuesta del periodista. No conocía el reportaje y pide incluirlo en la colección que lleva adelante con Fabián.

Baschetti, un profuso historiador del peronismo, convirtió su casa en un archivo personal. Desde los 16 años, cuando recorría librerías del centro porteño, junta y recorta artículos de diarios y revistas. Los califica por año y tema y los guarda, luego, en cajas azules. Pero no solo colecciona papel. También hay objetos con simbología peronista. Una camiseta de fútbol del Club Villa Ballester en honor a los fusilados de José León Suarez, colgada junto a otras del mismo estilo, es su favorita

─Rescatar la obra de Walsh es salvarnos a nosotros mismos─. Muy pocas personas interpretaron tan cabalmente su tiempo y de eso tenemos que aprender como sociedad.

Dos nuevos cuentos sumó Roberto a la antología que lleva adelante con Fabián. Uno de ellos, el más extraño y nunca mencionado, es “Los jugadores de dados”, publicado en 1950 en Cuadernos de la Costa, una desconocida revista platense.

─Ese relato breve me lo pasó Emiliano Álvarez, un investigador que lo encontró fortuitamente y me lo envió de la misma manera ─recuerda Roberto.

En el cuento, el ingenio y la destreza de los protagonistas, se ven sometidos al azar. Como si la fortuna no tuviera que ver con la búsqueda.

***

Tres veces en un mes. Horacio Campodónico, docente investigador de cine, pensó que Walsh trataba de decirle algo después de encontrar tres nuevos textos suyos, sin proponérselo. Era 1998 y había entrado a una librería de usados en el centro porteño. Un ejemplar de “Lo que la noche revela” del escritor irlandés William Irish le llamó la atención. Al abrirlo, descubrió que la nota introductoria estaba escrita por Rodolfo. A la semana, en el archivo de la Hemeroteca Revistas de la Biblioteca del Congreso de la Nación, mientras buscaba artículos sobre el cine de la década del ’50, lo mismo: un cuento de Walsh. “El pájaro de la las islas”, publicado en la revista El Hogar aparecía ante sus ojos.

El tercer hallazgo fue a los pocos días. En otra librería de usados, se topó con una pila de revistas Leoplan. De nuevo: cuentos y traducciones del periodista que nunca habían vuelto a publicarse.

─No podía ser tanta casualidad. Tenía que hacer algo con todo esto ─cuenta Horacio, de 62 años, una tarde de mayo en la Biblioteca del Congreso.

Lo primero que hizo en aquel tiempo fue buscar a Patricia Walsh. La hija del periodista lo recibió en su casa de la calle Lavalle, Capital Federal. Horacio llevó todas las revistas en una pequeña bolsa y las esparció sobre un escritorio. También le habló del cuento hallado en El Hogar, posiblemente el primero que Walsh publicó con 23 años. Patricia, sin embargo, no se mostró interesada.

Con los años, Horacio leyó la histórica antología periodística de Walsh, “El violento oficio de escribir”, editada por Daniel Link. Allí el propio Link contaba que no había podida dar con una nota del escritor sobre el remate de las Cataratas del Iguazú por parte del gobierno, publicada en fascículos especiales de la revista Extra en 1967.

─Era un especial que la revista había sacado sobre historia argentina, muy difíciles de conseguir ─asegura Horacio.

Pero para un rastreador, no hay imposibles. Horacio recorrió todas las librerías de Capital hasta encontrar el texto que hoy figura en las ediciones actuales de “El violento oficio de escribir”.

El cuento que encontró aquella tarde de 1998 en la Biblioteca del Congreso se suma, además, a la colección de Fabián y Horacio.

─El relato es curioso porque habla sobre un pájaro que debe sacrificar su vida para que el resto se salve─cuenta Horacio. Y vuelve a leer su hallazgo…

“En las últimas notas de su canto el pájaro parecía decir: “mi oficio es cantar para morir”.(…)

***

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Periodista freelance. Publicó crónicas y reportajes en elDiarioAR, Brando, RT En Español, Vice News, Lavaca, Revista Cítrica y el Mapa de la Policía, entre otros medios.

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