Tenía dieciséis años cuando se me iba a dar: iba a conocer a una de mis bandas preferidas en el que fue – si mal no recuerdo- el primero de mis recitales internacionales.
Liam y Noel todavía se querían un poco en el que fue uno de los shows más eufóricos para el dúo de Manchester. Las bandas teloneras del show eran impresionantes, por eso muchos de los fans fuimos bien temprano: tocaban Turf, Intoxicados y Juana La Loca. Dicen por ahí que hubo sobreventa de entradas; o quizás es un rumor. Lo cierto es que el Campo Argentino de Polo explotaba y los pogos no se hicieron esperar. La gira de los maestros del brit rock presentaba Don’t Believe the Truth; su sexto álbum y uno de los mejores logrados de su historia. Para entenderlo voy a hacer un repaso por algunas de mis canciones favoritas: Lyla y The Importance Of Being Idle. Lyla fue su corte comercial y resulta que la canción existía desde Heathen Chemistry, en la cabeza y solo en la cabeza de los hermanos; hasta que llegó el nuevo disco. Lyla fue su corte comercial y su video: inolvidable y algo austero recorrió todos los rankings de MTV.
Por su parte La Importancia de Ser Ocioso es mi canción favorita de la banda. El video contaba una cierta historia. Parecía hablar de la muerte o cómo trascendía por sobre ella. Ataúdes, velorios; utilería caballeresca. Cierta elegancia inglesa y mucha originalidad. Su título se inspira – al parecer- y de forma irónica en ‘The Importance of Being Earnest’, una obra de Oscar Wild. Fue escrita por Noel. Versa sobre las presiones externas y la necesidad de buscar el ocio, la satisfacción personal; el deseo, por sobre las expectativas de los demás.
La canción, que fue el segundo sencillo del álbum, también toca el tema de la venta del alma al diablo; el éxito material y la necesidad de ser uno mismo contra la vida y la muerte. O a pesar de ella. Recomiendo una escucha pausada del tema; un track que una vez descubierto, te acompaña toda la vida.
Pero volvamos a mis 16 años, mis topper, mi remerita de los recitales y la emoción que sentía al ver por primera vez una banda inglesa. Para esa época Don’t Believe The Truth sonaba en todos lados. Todas las clases sociales estaban reunidas para ver tocar a la formación que incluía -esta vez- a Zak Starkey (hijo de Ringo Starr y baterista de los Who desde 1996) en batería. Por cierto The Who y Led Zeppelin son algunas de las influencias principales de la banda.
Cometí el error de mandarme adelante, quería ver ese Oasis de cerca. Estaba literalmente en el medio del desierto. Tenía sed y me había venido con dos colectivos desde Parque Patricios. Las 45 mil personas que asistieron estaban llenas de ardor e ímpetu. De repente sonó Rock ‘N’ Roll Star y todo se descontroló. Cuando miré para los costados me vi rodeada de hombres, sólo de hombres. Me había metido en el ojo de la tormeta y había perdido a mi acompañante.
Tuve miedo pero eso no alcanzo. Tener miedo no es algo que justamente te salve en los recitales. Entonces sucedió lo peor: un pibe de unos 30 kilos más que yo se me cayó encima. Claramente estaba drogado. ¿Adivinen qué? Me tuvieron que sacar, sino perdía la pierna.
Cuando finalmente llegué atrás; con un paso previo por la ambulancia vi que me faltaban los cordones de las topper. Pero eso no me importó. Corrí como pude de vuelta al campo y me quedé para escuchar todo el repertorio que me faltaba. Estaban tocando Champagne Supernova. Y a mí, no me interesó más nada: ni los cordones; ni mi compañero perdido, ni el pibe que empepado me quiso aplastar.
Y eso: bueno; eso es el rock.
Champagne Supernova es una canción que habla de lo efímero de la vida; de la necesidad de experiencias y tiene una frase que es impresionante y que es algo así como uno de mis lemas de vida: Where were you while we were getting high? Que vendría a ser algo así como: ¿Dónde estabas cúando nos estábamos drogando?
La vuelta al barrio fue complicada; encontré a mi compañero de ese momento; tuvimos una discusión bastante fuerte y luego volvimos con la adrenalina propia de quien toca el cielo con las manos y no teme haber perdido mucho en el camino.
Sin cordones volví a mi casa toda sudada – y con el sudor de otros- y sentí que había vivido otra realidad. Sentí que había estado en Manchester, que me había fumado un porro con mis hermanos favoritos y que nos habíamos reído.
Recuerdo que en un momento del show le arrojaron una zapatilla en la cabeza a Liam y no quiso seguir tocando. Sí, por momentos ese Campo de Polo fue un caos pero: ¿no es así el infierno también? Encantador, sagrado y embravecido.

Esta entrada es meramente ilustrativa. La tomé del X de Sofía Terrile (https://x.com/sofiaterrile. Y parece inverosímil pero es totalmente cierto. La entrada estaba a solo 300 pesos y del VIP. Las entradas de campo estaban aún más económicas.
Lo cierto fue que ese primer recital internacional fue un bautismo. Lo supe todo; aprendí a tener cuidado, aprendí que uno a veces se la juega todo por su banda favorita; a pesar que ellos me lo habían advertido en Don’t Look Back in Anger, a veces no se puede confiar en una banda de rock. Ni en su futuro, ni en su pasado, ni en su presente.
My generation
Ese show fue muy importante para mí. Crecí viendo bandas nacionales. Cuando cumplí cuatro años mi mamá me llevó en brazos a ver: Los Fabulosos Cadillacs, y Los Autenticos Decadentes. Tocaban siempre de forma accesible en el parque y eran muy cuidadosos con el público.
De alguna manera mi conexión con el rock vino desde mis primeros minutos de vida -y quizás, antes también-. En casa escuchábamos La Mega. Salir a la calle era ver a los murgueros del barrio, entonando canciones. En Parque Patricios también había mucho respeto por bandas como: Los Piojos y Los Redonditos de Ricota y claro también la cumbia villera. Había dos polos: podía gustarte la cumbia o los redondos pero si te gustaba otra cosa; Nirvana o Pearl Jam, bueno, eras un rarito.
Así que esta rara deseo con todas sus fuerzas el recital de los creadores de The Masterplan.
En ese momento no existía el Iphone. Estamos hablando de 2006. Me acuerdo que había salido un Sony con Cámara incluida. La cámara se conectaba con una suerte de USB y podías tomar fotos que claro – no podías compartir.
Pensé que quería que este recital fuera memorable así que me compré el celular. No trabajaba pero mi madre me daba una suerte de sueldito que no alcanzaba más que para algunas pocas cosas como libros, discos y alguna que otra remera.
Ahorré, ahorré, ahorré y obtuve mi primer celular con cámara. Y así fue como ese recital tendría que haber sido memorable pero no llegue a sacar ninguna foto. Cuando sonó el primer tema me puse a llorar.
También se me cayeron lágrimas en Don’t Look Back in Anger. Sally no te vayas enojada y de repente vi pasar toda mi vida en ese bajo y esa guitarra. Reflexiono acerca de como son los recitales en la actualidad: más celulares que personas. Todos quieren compartir lo que hicieron, no vivirlo. Grabar el video perfecto es más importante que hacer un mosh. Y vale todo: empujar, molestar o pedirle a alguien que está plácidamente viendo el recital que se corra. Errores hubo ayer y en el presente.
Los recitales nos transforman. Deben de ser una de las experiencias – además de las drogas sintéticas- más alucinantes que tenemos los seres humanos. Diría que los recitales nos vuelven humanos.
Los Gallagher y Maradona
En 1998, Liam y Noel se encontraban presentando Be Here Now en el histórico Luna Park. El show para 15 mil personas. En eso asistieron a un bar y allí vieron a una gran multitud pasando con el ídolo en el medio. Reconocieron que era Maradona y pidieron conocerlo. Los hermanitos fanáticos de Manchester City pudieron ver al Diego pero con una sola condición: que solo entraran ellos dos, no los demás miembros de la banda. Ahí fue donde se sacó la legendaria foto que recorrió el mundo.

En algún momento de la noche todo se puso un toque extraño. El lugar donde el Diego estaba rodeado de alrededor de una treintena de personas estaba demasiado “caliente” para ellos. Lo cierto es que Liam y Noel cumplieron su objetivo; conocieron a su héroe y lo dejaron inmortalizado, en la foto y en un Tweet que dice más de Liam que de Maradona: Un buen futbolista de rock and roll, ningún hijo de p*** se le acercará jamás.
No mires atrás con ira
Así que había llegado a mi casa sin cordones pero con una fe férrea en el poder del rock and roll. Me había ido a Palermo, barrio que para mí era hábitat exclusivo de los chetos, no había tomado más que Coca- Cola pero sentía el poder lisérgico de todas las influencias de Oasis y una misteriosa aura de incertidumbre; la que flotaba sobre saber si los hermanitos de Manchester iban a separarse o no.
Para 1999, los hermanos estaban presentando Dig Out Your Soul y la tensión ya se extendía desde los escenarios. Como fue en ese último concierto en Paris.
En agosto del 2009 Noel declaró: “Simplemente no puedo seguir trabajando con Liam un solo día más”.
Tiempo después el dúo de Manchester continúo con proyectos individuales. Por un lado Noel fundó Noel Gallagher’s High Flying Birds de tono experimental y Liam, por su parte creó Beady Eye.
Motivados, entre otras cosas, por el saldo negativo económico que les dejaron sus divorcios Liam y Noel, anunciaron con un Tweet que parecía un poema la genial noticia: para 2025 realizarían una gira.
Live forever y Wonderwall
Algunos shows tienen la característica de cristalizarse en tu cerebro y quedar como una huella para siempre en tu vida. En este show de Oasis en particular el telonero será Richard Ashcroft, exlíder y vocalista de The Verve. Esperemos que haga su clásico Bitter Sweet Symphony y nos devuelva un poco al cielo de la adolescencia.
Por internet, redes sociales y medios de comunicación circula una playlist que aún no está confirmada pero, ¡qué ansiedad!
La traducción al español de la canción Wonderwall es “protectora” y los medios le “robaron el significado” a Noel, que la compuso en 1995. No hablaba de ninguna novia; habla de un amigo imaginario. Posteriormente y con las críticas y rumores ya en la calle, prefirió decir que es verdad; que se la dedicaba a una chica.
El tema se coló muy rápido en las listas de rankings y vendió 1, 8 millones de copias además de figurar como el puesto 95 en la lista de las 500 mejores canciones del ranking de la Rolling Stone.
El furor por Andy Bell, Gem Archer y el inconfundible Paul “Bonehead” Arthurs no se hace esperar en los bares y los barrios de Argentina. Ellos salen a caminar mientras los hermanos, que tienen habitaciones separadas de hotel para no pelearse, ensayan tranquilos.
Por Nuñez, inclusive, les están pintando su propio mural:

Allí podemos ver a los Gallagher separados por un oasis de ciudadanía, jolgorio y euforia Argentina.
(What’s the Story) Morning Glory?
A veces juego con mi pareja y le digo: esta es una Morning Glory, pero no- no por lo que se imaginan- sino porque puedo dormir hasta tarde. Para mí Morning Glory habla de los sábados, pero bueno es un simple pensamiento.
What’s the Story Morning Glory? es el disco mejor logrado de los Gallagher, y claro – incluye hits como Don’t Look Back in Anger, Some Might Say, Roll with It y la inmejorable Wonderwall. Este albúm llegó a ser el quinto álbum más vendido del Reino Unido y con ese logro ganaron un poco la batalla del brit pop que los había enemistado con Blur.
Mañana me toca entonces cerrar mi “juventud”, luego de más de 15 años sin verlos, con más ojeras y más precaución sobre mis manos voy a dirigirme a El Monumental con mis amigas a emocionarme, vibrar, sentir, cantar, saltar y revolear el brazo de acá para allá. Porque puede que todos estemos creciendo y ahora sepamos mejor como disfrutar, pero eso no nos saca lo alucinados, lo tiernos, lo juguetones.
Oasis es una banda que antes que nada revindica la ternura. Con canciones como Songbird, Don’t Go Away, Live Forever y Whatever nos recuerdan lo importante de no perder la libertad en un mundo competitivo, estúpido e injusto. Nos avivan sobre un hecho importantísimo: es más importante volar que limpiar el jardín.
Sofía Gómez Pisa es periodista y escritora. Escribe la newsletter "La batalla cultural" domingo de por medio por Ornitorrinco.


