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    Mahrang Baloch: la voz rebelde del pueblo baluche

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    A los 13 años, Mahrang Baloch supo lo que era la represión. Vio en silencio como Abdul Gaffar Langove, su padre, era detenido por las fuerzas de seguridad paquistaníes por motivo de su activismo político en favor de los derechos del pueblo baluche. Esa fue la primera vez. La segunda, fue cinco años después y tardaron dos año en saber de él, hasta que encontraron su cuerpo sin vida en una zanja, con rastros de mutilaciones. Desde ese día, su vida tomó un camino que la llevó a liderar marchas masivas y protestas, y ahora, dos décadas después, espera que sus compatriotas tengan la fuerza necesaria para liberarla de la cárcel. 

    Mahrang pasa sus días y sus noches en una prisión en Quetta, ciudad al norte de Paquistán y fronteriza con Afganistán que está bajo el control de Islamabad pero que forma parte del territorio histórico de Baluchistán. 

    ¿Pero quién es esta mujer que hoy encabeza uno de los mayores movimientos de protestas que vieron los hombres y las mujeres baluches? 

    Mahrang Baloch es médica y activista por los derechos humanos en Baluchistán. Entró en la militancia tras la desaparición y asesinato de su padre Abdul Ghaffar Lango, secuestrado por fuerzas de seguridad pakistaníes en 2009 y hallado muerto en 2011. Fuente: DW News; The Guardian.
    Mahrang Baloch es médica y activista por los derechos humanos en Baluchistán. Entró en la militancia tras la desaparición y asesinato de su padre Abdul Ghaffar Lango, secuestrado por fuerzas de seguridad pakistaníes en 2009 y hallado muerto en 2011. Fuente: DW News; The Guardian.

    Su origen está vinculado a las montañas, a quienes no portan un apellido de estirpe. Es común verla vestida con el pashk tradicional y con una sonrisa dibujada en su rostro.Se recibió de médica en Bolan Medical College, y actualmente es la cabeza del Comité Baluche Yakjehti (BYC, por su sigla original). En 2019 lideró una protesta estudiantil masiva, que se convirtió en una marcha de 26 días luego de que un baluche fuera asesinado bajo custodia policial. Ella y miles de personas recorrieron 1600 kilómetros con el objetivo de llegar al Club Nacional de Prensa de Islamabad. Como muchas otras veces, la policía les bloqueó el paso antes de arribar a la ciudad, miles de personas fueron reprimidas, y centenares detenidas. 

    Mahrang también participó de la nominada Gran Marcha Baluche contra las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas, violaciones a los derechos que son moneda corriente del estado paquistaní contra el pueblo baluche. En 2013, por ejemplo, durante la Gran Marcha por los Desaparecidos, los baluches viajaron 2800 km en 106 días, la distancia desde Quetta hasta Islamabad. Luego de eso aparecieron 103 cuerpos sin identificar en tres fosas comunes.

    Pese a que en 2024 fue nombrada por la revista Times y la BBC como una de las 100 líderes más influyente de ese año,y al apoyo recibido de activistas  como el de la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai y la activista Greta Thunberg, Mahrang sigue tras las rejas. 

    La libertad entre rejas

    En marzo de este año Mahrang fue encarcelada de madrugada luego de participar en una marcha contra la represión policial. Durante 12 horas nadie supo sobre ella y a su familia se le negó visitarla en la cárcel. Cinco días después, sus hermanas expresaron su preocupación por su salud debido a la falta de higiene y la negativa a brindarle tratamiento médico. Su abogado Israr Baloch denunció que el gobierno paquistaní la incluyó en la Lista de Identidad Nacional de Paquistán (PNIL, por su sigla original), un registro de personas sospechosas de supuestos vínculos con actividades como terrorismo, lavado de dinero y fraude. Ante esta situación, la Relatora Especial de Naciones Unidas (ONU) sobre los Defensores de los Derechos Humanos, Mary Lawlor, señalo que Mahrang estaba sufriendo “acoso, intimidación y malos tratos”.

    Un informe de Amnistía Internacional (AI) afirmó que el arresto de la lideresa baluche y de otros activistas del BYC “muestra un desprecio absoluto por parte de los organismos encargados de hacer cumplir la ley por los derechos del pueblo baluche conforme a la Constitución de Paquistán y las obligaciones del país en virtud del derecho internacional de los derechos humanos”.

    “Ninguna cantidad de violencia y opresión pudo quebrarnos hace dos décadas, y no nos quebrará ahora”, declaró en ese entonces Nadia, una de las hermanas de Mahrang. 

    Baluchistán es una región dividida entre Pakistán, Irán y Afganistán, rica en gas natural y minerales, pero con una de las tasas de pobreza más altas del sur de Asia. En Pakistán representa el 43% del territorio pero apenas el 6% de la población y el 4% del PBI nacional. Fuente: World Bank; Pakistan Bureau of Statistics.
    Baluchistán es una región dividida entre Pakistán, Irán y Afganistán, rica en gas natural y minerales, pero con una de las tasas de pobreza más altas del sur de Asia. En Pakistán representa el 43% del territorio pero apenas el 6% de la población y el 4% del PBI nacional. Fuente: World Bank; Pakistan Bureau of Statistics.

    En diálogo con Ornitorrinco, Sammi Deen Baloch -secretaria general de Voz para las Personas Desaparecidas Baluches (VBMP, por su sigla original)- aseguró que Mahrang es prisionera “por atreverse a decir la verdad sobre el sufrimiento de su pueblo”. La defensora de los derechos humanos agregó que su compañera “resaltó los agravios a la nación baluche y expuso las brutales políticas del Estado” y “tanto a nivel nacional como internacional, llamó la atención sobre la realidad de las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales de hombres, mujeres e incluso niños baluches”. 

    “Por su valentía, por alzar la voz, está siendo castigada con prisión -manifestó Sammi-. Su caso refleja la realidad más amplia de Baluchistán: quienes exigen justicia son criminalizados y quienes cometen crímenes contra el pueblo son protegidos”.

    Historia de un pueblo negado

    La historia del pueblo baluche se levanta en plena Asia Central. Existen varias versiones sobre sus orígenes, aunque la más certera es que su nacimiento fue con las tribus que se desplazaron desde el mar Caspio hacia los actuales territorios de Paquistán, Irán y Afganistán entre los siglos V y VIII. Los baluches formaron parte del Imperio persa desde el año 1510 hasta el 1736, cuando el denominado Kanato de Brahui de Kalat obtuvo el control de la región. Desde ese momento, se estableció una dinastía hasta 1839, cuando fue ocupada por tropas británicas. Cuando el siglo XIX apagaba sus luces, Gran Bretaña firmó acuerdos con persas y afganos para dividir Baluchistán entre el este, controlado por Londres, y el oeste, bajo control persa. 

    El idioma de los baluches pertenece al grupo noroccidental de las lenguas iranias -con similitudes con el kurdo- y está dividido en tres grandes subgrupos. En los siglos XIX y XX, en Baluchistán se utilizó el persa como forma escrita de su idioma materno y, a mediados del siglo pasado, adoptaron el urdu. La mayoría de los baluches son musulmanes sunitas, pero existe una minoría chiita, y en Paquistán hay zikis, otra minoría conocida como mahdavismo, un subgrupo del islam fundado por Syed Muhammad Jaunpuri en el siglo XV.

    La lucha del pueblo baluche por su independencia se recrudeció en 1948, en momentos en que el Imperio británico inició la división territorial que daría paso a la creación de la India, Pakistán y Bangladesh. Desde entonces, los baluches quedaron atrapados entre fronteras impuestas -en una situación similar a la del pueblo kurdo-. Además de Paquistán, están dispersos en el este de Irán y el sur de Afganistán. 

    Para el año 2023, se calculaba que en la región baluche ocupada por Paquistán (un 44% del territorio total) vivían aproximadamente 15 millones de personas, de los 240 millones de habitantes en todo el país. En Irán, totalizan el 2% de la población, con menos de un millón y medio de habitantes. 

    Desde 2005, más de 8.000 personas fueron víctimas de desapariciones forzadas en Baluchistán en el marco de la represión militar contra movimientos nacionalistas. Organismos de derechos humanos denuncian la existencia de fosas comunes y ejecuciones extrajudiciales. Fuente: Human Rights Watch; Amnesty International.
    Desde 2005, más de 8.000 personas fueron víctimas de desapariciones forzadas en Baluchistán en el marco de la represión militar contra movimientos nacionalistas. Organismos de derechos humanos denuncian la existencia de fosas comunes y ejecuciones extrajudiciales. Fuente: Human Rights Watch; Amnesty International.

    Muchos analistas, historiadores y periodistas conocedores del tema coinciden que la represión y negación del pueblo baluche se debe a las riquezas debajo de sus pies: petróleo, carbón, oro, cobre y gas, sobre todo usufructuados por el gobierno de Islamabad. Como si esto fuera poco, el territorio baluche es una zona de salida de las riquezas petroleras del mar Caspio y de las repúblicas del centro de Asia, y se ubica en una posición estratégica desequilibrante y cercana al estrecho de Ormuz, por donde se transporta el 30% del comercio petrolífero mundial. Pese a sus riquezas naturales y su posición privilegiada, la región baluche de Paquistán es la más pobre del país.

    Romper los esquemas

    “En una sociedad tradicionalmente tribal como la baluche, donde los ejes de poder y resistencia se han ejercido a través de las tribus y sus líderes, ahora tenemos a una muchacha sin arraigo tribal, que no tiene pedigrí, que es mujer, es joven y está calificada, ya que es médica. Básicamente, rompe todos los esquemas de lo que se entendía por el liderazgo baluche”, reflexiona a Ornitorrinco el periodista vasco Karlos Zurutuza, autor del libro “Una trinchera en Marte. Historias de Baluchistán”. Luego de hacer cuatro viajes por el territorio baluche, Zurutuza es de las pocas personas que conoce en profundidad a un pueblo que se resiste a desaparecer. 

    La descripción que hace de Mahrang es lo que le permitió a la médica “atraer a un sector enorme de la población, sobre todo jóvenes, y por otra parte amalgamar a sectores que estaban divididos en esas mismas claves tribales, donde todos más o menos comparten un fin común que es la liberación del país y la reivindicación de sus derechos como nación y sus derechos humanos más básicos”. “Lo que ha conseguido Mahrang es catalizar esa voluntad popular en una sola persona y darle cara, en este caso rostro de mujer”, sentencia.

    Sammi Baloch no separa el liderazgo de la médica del movimiento político y social baluche, revitalizado en los últimos años por cientos de jóvenes que se sumaron a la lucha. “El liderazgo de Mahrang, y todo nuestro movimiento, se ha convertido en una fuente de esperanza para el pueblo baluche -dice-. Hemos demostrado que es posible defender nuestros derechos y resistir la injusticia. A través de nuestra lucha hemos sensibilizado a la gente, organizado grandes concentraciones y construido una plataforma donde miles de personas se han unido para exigir justicia y dignidad”.

    La juventud baluche está “a la vanguardia de la lucha, defendiendo los derechos del pueblo en todos los frentes: político, económico y contra toda forma de injusticia estatal”, destaca. “Un gran número de jóvenes participa activamente en la política baluche, razón por la cual, especialmente los estudiantes, se han convertido en el principal objetivo del Estado -relata Sammi-. Son objeto de desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales, castigados simplemente por alzar la voz por la justicia y la dignidad”.

    Un manto de silencio

    ¿Por qué la voz del pueblo baluche es un susurro en el concierto estridente del mundo actual? ¿Quiénes silencian esa voz? ¿Por qué los grandes medios callan cuando los hombres y mujeres de Baluchistán cargan con tanto dolor por sus muertos? ¿A quiénes les interesa saber que los baluches son desaparecidos, encarcelados, perseguidos y criminalizados por los Estados nación donde las palabras y sus derechos son prohibidos?

    Zurutuza puntualiza que existen “factores tanto locales nacionales como internacionales” para que un manto de silencio se imponga sobre el pueblo baluche. “Está el miedo de apoyarlos y ganarte un enemigo, que en este caso Paquistán, que es una de las potencias en la región. Eso sí que pesa”, reconoce el periodista. 

    Mahrang Baloch se convirtió en referente del Movimiento por los Desaparecidos de Baluchistán y encabezó la Larga Marcha a Islamabad de 2023 para denunciar crímenes de Estado. En enero de 2024 fue detenida por la policía durante una protesta pacífica. Fuente: Al Jazeera; BBC News.
    Mahrang Baloch se convirtió en referente del Movimiento por los Desaparecidos de Baluchistán y encabezó la Larga Marcha a Islamabad de 2023 para denunciar crímenes de Estado. En enero de 2024 fue detenida por la policía durante una protesta pacífica. Fuente: Al Jazeera; BBC News.

    Sammi Baloch analiza que “la geopolítica y los intereses estratégicos desempeñan un papel decisivo. Baluchistán se considera clave en el sur de Asia, con proyectos como el CPEC (Corredor Económico China-Paquistán) y la existencia de minas y minerales. Muchos Estados y organismos internacionales se muestran reacios a confrontar a Paquistán por el tema de Baluchistán”. A este análisis, la representante del VBMP advierte que los reclamos baluches se silencian “deliberadamente a nivel mundial”, debido a que Islamabad “controla estrictamente el acceso a Baluchistán, restringiendo la entrada a la región de periodistas, observadores internacionales y grupos de derechos humanos. Como resultado, el mundo se entera poco de lo que sucede sobre el terreno, y el Estado se las arregla para presentar su propia narrativa, mostrando la disidencia baluche como ‘terrorismo’. Esto facilita que los actores internacionales ignoren la crisis de derechos humanos.

    El periodista vasco reflexiona que “hay un factor que es mucho más trivial y es que Baluchistán no existe para la prensa y siempre ha estado fuera del radar mediático, excepto en algunos casos puntuales, pero el mundo no conoce su existencia, entonces eso no genera un interés para el mainstream pueda justificar una cobertura informativa en el tiempo”.

    Entre las razones del silencio, Sammi argumenta que “si bien la ONU y las organizaciones internacionales a menudo denuncian violaciones cuando le conviene a los intereses de naciones poderosas, hacen la vista gorda cuando los abusos son cometidos por aliados o Estados estratégicamente importantes, y Baluchistán, lamentablemente, entra en esa categoría”. “El movimiento baluche recibe poca cobertura y poco apoyo en los medios de comunicación y espacios de defensa globales, y el silencio de la comunidad internacional no se debe a la ignorancia, sino a la conveniencia política -sentencia-. Sin embargo, creemos que este silencio no borra el sufrimiento del pueblo baluche: solo expone la naturaleza selectiva del sistema global de derechos humanos”.

    La confianza del pueblo

    A mediados de octubre se realizó una audiencia en el Tribunal Antiterrorista de la cárcel de Quetta sobre la situación de Mahrang y otros presos políticos del BYC. El hecho fue calificado por el propio Comité como un “ejemplo preocupante de represión institucionalizada”. Desde el BYC alertaron que celebrar audiencias judiciales en centros penitenciarios es una medida deliberada para sofocar la transparencia, disminuir el escrutinio público y criminalizar a la oposición política pacífica. A su vez, apuntaron que “al trasladar los procedimientos a prisiones, el Estado impide eficazmente que las familias afectadas, los periodistas y los observadores independientes supervisen el proceso”. Para el Comité, la ocurrido en la cárcel de Quetta es “una flagrante violación de la propia Constitución de Paquistán y de las normas internacionales de juicio justo y debido proceso”.

    Aunque Mahrang y otros miembros del BYC continúan en prisión, el liderazgo de la médica y del movimiento pacífico baluche “se ha convertido en una fuente de esperanza” y demuestra “que es posible defender nuestros derechos y resistir la injusticia”, indica Sammi. “Nuestro movimiento no solo ha movilizado a la gente, sino que también ha inspirado a mujeres de todo Baluchistán -expresa-. Hoy, miles de mujeres nos acompañan, rompiendo el silencio y exigiendo sus derechos con valentía. Este es uno de los mayores logros de nuestra lucha: ha dado a las mujeres voz y visibilidad en la lucha contra la opresión”.

    Como última reflexión, Sammi dice que “contrariamente a los estereotipos, ser una mujer líder no es una debilidad en la sociedad baluche. Al contrario, la nación baluche ha abrazado y respetado el liderazgo de Mahrang con todo su corazón. Su valentía y constancia le han valido no solo el reconocimiento, sino también la confianza del pueblo. En su lucha, los baluches ven su propio dolor, y en su resistencia encuentran la fuerza para continuar”.

    En junio, The Diplomat pudo entrevistar a Mahrang a través de un intermediario. La médica describió sus días en prisión, los abusos que sufre y el intento desesperado del Estado paquistaní para silenciarla y derrotar al movimiento que encabeza. Mahrang resumió la lucha del pueblo baluche en unas pocas palabras: “Siempre hemos alzado la voz contra toda forma de injusticia y abuso, y es esta disidencia pacífica la que el Estado considera intolerable”. No hay dudas, esta definición aterroriza a las autoridades paquistaníes.

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    foto perfil O | Mahrang Baloch: la voz rebelde del pueblo baluche | Ornitorrinco
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    Leandro Albani (1980, Pergamino). Periodista. Autor de los libros "Kurdistán. Crónicas insurgentes" (kunto a Alejandro Haddad), "Revolución en Kurdistán. La otra guerra contra el Estado Islámico", "ISIS. El ejército del terror", "Mujeres de Kurdistán. La revolución de las hijas del sol" (junto a Roma Vaquero Diaz), "No fue un motín. Crónica de la masacre de Pergamino", "Ni un solo día sin combatir. Crónicas latinoamericanas" y "Kurdistán urgente. Historias de un pueblo en resistencia".

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