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    La sombra de ISIS todavía acecha al mundo

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    La vorágine peligrosa a la que nos empujan los medios de comunicación y las redes sociales, tiene una característica tenebrosa: el olvido impuesto sobre hechos trágicos o, peor todavía, la construcción de una ceguera colectiva que no permite conocer fragmentos de la realidad que laten en diferentes regiones del mundo. Entre los mantos de silencio, la falta de interés informativo, y las “tácticas” y “estrategias” de los poderes que hoy se devoran el mundo, el Estado Islámico (ISIS o Daesh) parece un recuerdo lejano y difuso. Pero los seguidores del extinto Abu Bakr al Baghdadi todavía se mantienen operativos y al acecho pese a su derrota militar propinada por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), en marzo de 2019, en el recóndito pueblo de Baghouz, en la porosa frontera entre Siria e Irak.

    ISIS nació como consecuencia directa de la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003. En la tristemente célebre prisión de Camp Bucca, los futuros milicianos de Daesh abrazaron las concepciones más conservadoras del islam político y encontraron referencias ideológicas en organizaciones como Al Qaeda. Con las protestas masivas en Medio Oriente y el norte de África que estallaron en 2010 y 2011, conocidas como Primavera Árabe, un sinfín de grupos irregulares armados, financiados y apoyados principalmente por Arabia Saudita y Turquía, confluyeron con el tiempo en el Estado Islámico, un ejército con capacidad de fuego y control territorial que llegó a ocupar y gestionar un extenso territorio -desde Mosul, en Irak, hasta Deir ez Zor, en Siria- donde vivían entre ocho y diez millones de personas.

    Cuando el último bastión del ISIS cayó en la ciudad de Bahouz y el proyecto de islamizar el mundo fracasó, las y los kurdos victoriosos en esa batalla se encontraron con un problema mayor: ¿qué hacer con casi 50.000 personas que pertenecen al Estado Islámico? Los principales líderes y responsables fueron recluidos en una escuela reacondicionada como cárcel y el resto a un campo de refugiados que se detonó con su llegada. Foto/Mauricio Centurión.
    Cuando el último bastión del ISIS cayó en la ciudad de Bahouz y el proyecto de islamizar el mundo fracasó, las y los kurdos victoriosos en esa batalla se encontraron con un problema mayor: ¿qué hacer con casi 50.000 personas que pertenecen al Estado Islámico? Los principales líderes y responsables fueron recluidos en una escuela reacondicionada como cárcel y el resto a un campo de refugiados que se detonó con su llegada. Foto/Mauricio Centurión.

    En 2014, el mundo se conmocionó cuando ISIS declaró la creación de su califato desde la ocupada Mosul. Con la mayoría de los regímenes nacionalistas árabes de Medio Oriente jaqueados por las protestas y con una represión despiadada lanzada por los gobiernos en países como Siria, Irak, Egipto, Libia y Túnez, ISIS apeló a un discurso de defensa del islam como salida a la crisis, pero también a una opción “estatal” ante la corrupción endógena de esos propios regímenes. El Estado Islámico también se aprovechó de la fragilidad de defensa, principalmente en Siria e Irak, naciones en las que sus ejércitos aparecían como fortalezas inexpugnables, pero que -como se comprobó en muy poco tiempo- estaban carcomidos por la corrupción, y su capacidad de despliegue y resistencia a una invasión por tierra era por demás de endeble. En Siria e Irak, donde ISIS desplegó como mayor poder su estrategia, las Fuerzas Armadas de esos países en muchos casos liberaron los territorios, como fue en Mosul y Shengal (en el norte iraquí) y en Rojava (Kurdistán sirio, norte del país). 

    Ante la pasividad de los propios regímenes de Sira e Irak, pero también de las grandes potencias como Estados Unidos, Rusia, Francia y Gran Bretaña, ISIS avanzó de forma mortal sobre ciudades y pueblos, arrasando todo lo que se cruzaba en su camino. Las principales víctimas fueron los propios musulmanes sunitas que Daesh decía representar. Las mujeres y los miembros de minorías étnicas -como yazidíes, kurdos y chiítas, entre otros- se transformaron en las presas que los yihadistas de ISIS cazaban mientras dejaban a su paso una estela de muerte y destrucción.

    Alerta Daesh

    El 20 de agosto pasado, el subsecretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para la lucha contra el terrorismo, Vladimir Voronkov, presentó un informe en el Consejo de Seguridad sobre la actividad de Daesh, en el cual aseguró que el grupo terrorista mantiene solidez en su capacidad operativa y en sus redes logísticas, pese a la caída sucesiva de sus líderes. 

    En el informe se detalló que ISIS intenta restaurar su capacidad operativa en el desierto sirio, aprovechando los “vacíos de seguridad” para llevar a cabo “operaciones encubiertas e incita tensiones sectarias”. Con la caída del régimen de Bashar al Asad, en diciembre de 2024, Daesh saqueó arsenales abandonados por el ejército sirio, algo que, según Voronkov, “lamentablemente se ha materializado”.

    Atentados, tráfico de petróleo y drogas, inmolaciones, apedreamientos públicos, mutilaciones y decapitaciones a quien no piense como ellos o no siga sus reglas, son algunas de las palabras que evoca el recuerdo de ISIS. Foto/Mauricio Centurión.
    Atentados, tráfico de petróleo y drogas, inmolaciones, apedreamientos públicos, mutilaciones y decapitaciones a quien no piense como ellos o no siga sus reglas, son algunas de las palabras que evoca el recuerdo de ISIS. Foto/Mauricio Centurión.

    Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU fueron informados que en Afganistán, ISIS-Khorasan, afiliado a la estructura central de Daesh, “sigue representando una de las amenazas más graves para Asia Central, atacando a civiles, minorías y extranjeros, y explotando el descontento con las autoridades de facto”, en referencia a los talibanes.

    África, según el informe de Voronkov, es la “región más afectada” por las operaciones de ISIS, con una “mayor intensidad de actividad” en el occidente del continente y en el Sahel. A su vez, se alertó que “un resurgimiento” de ISIS en el Gran Sáhara y cómo África Occidental se convirtió “en una prolífica productora de propaganda terrorista y ha atraído a combatientes extranjeros, principalmente de la región”. La ONU descubrió “redes logísticas y de financiación vinculadas a Daesh en prisiones de Libia con conexiones en el Sahel”.

    Ante el Consejo de Seguridad, Voronkov advirtió que enfocarse únicamente en decapitar los liderazgos de ISIS “no es suficiente”. Por eso, manifestó que es urgente “una cooperación global basada en enfoques antiterroristas compatibles con el derecho internacional, los derechos humanos y sensibles al género”.

    Administrar la yihad

    En 2017, The New York Times publicó ISIS files, una investigación realizada por Rukmini Callimachi, en el que una sucesión de viajes a Mosul el periodista recorrió la ciudad que fue la fortaleza de Daesh. Con el ejército iraquí ya controlando casi la totalidad de Mosul, Callimachi recorrió las “oficinas administrativas” de ISIS y recogió documentación abandonada. Aunque muchas veces los grandes medios de comunicación presentaron al Estado Islámico como un grupo que solo operaba bajo su “sed de sangre”, ISIS fue una organización con una concepción de ocupación territorial planificada para que perdurara en el tiempo. En ISIS files se puede constatar que el grupo terrorista concebía lo administrativo como una mezcla de feudalismo y coacción hacia la población para, de esa forma, tributaran dinero para sus arcas. A esto se suma el tráfico de mujeres secuestradas y esclavizadas sexualmente, siendo el caso más resonado el perpetrado en Shengal contra las mujeres yazidíes.

    En un espacio acondicionado para 20 mil personas hoy viven casi 60 mil personas de diferentes países. La mantención y la seguridad quedó solo a cargo de los kurdos, que logran concretar repatriaciones esporádicas y ayudas leves de los países a los que esas personas pertenecen. Foto/Mauricio Centurión.
    En un espacio acondicionado para 20 mil personas hoy viven casi 60 mil personas de diferentes países. La mantención y la seguridad quedó solo a cargo de los kurdos, que logran concretar repatriaciones esporádicas y ayudas leves de los países a los que esas personas pertenecen. Foto/Mauricio Centurión.

    En Siria, el sistema administrativo que ISIS emanaba desde Raqqa (declarada como capital del califato) se entrelazaba con el saqueo directo que cometían los milicianos. Pero Daesh también se sentaba a negociar cuando sus líderes entendían que las condiciones estaban dadas. El caso de la cementera francesa Lafarge es una muestra cabal de hasta dónde llegó ISIS.

    A principios de noviembre, el Tribunal Correccional de París comenzó el juicio contra la firma Lafarge y nueve acusados por “acuerdos financieros” firmados con grupos yihadistas en Siria desde 2012 a 2014. La cementera de la empresa francesa estaba ubicada en Jalabiya, a casi 90 kilómetros de Raqqa. La justicia parisina acusa a los imputados de “financiación del terrorismo” y, en algunos casos, por infracciones aduaneras e “incumplimiento de las sanciones financieras internacionales”.

    Además de la acusación contra Lafarge SA, la justicia francesa apunta contra el exdirector ejecutivo de Lafarge, Bruno Lafont; el exsubdirector general de Operaciones a cargo de Siria, Christian Herrault; los dos sucesivos directores de Lafarge Cement Syria (LCS), Bruno Pescheux y Frédéric Jolibois, y dos responsables de seguridad de la planta, el noruego Jacob Waerness y el jordano Ahmad Jaloudi. A su vez, la acusación se extiende a los intermediarios entre la cementera e ISIS y el Frente Al Nusra (la filial siria de Al Qaeda): el sirio-canadiense Amro Taleb y el sirio Firas Tlass, sobre el que pesa una orden de detención internacional y será juzgado en rebeldía.

    La acusación describió que los imputados, “con el afán de obtener beneficios para la entidad económica a la que servían, o en algunos casos para beneficio personal directo, organizaron, validaron, facilitaron o implementaron una política que implicaba la financiación de organizaciones terroristas con base en la cementera de Jalabiya”. 

    La revelación del acuerdo de la cementera con los grupos terroristas fue revelada en junio de 2016 por el diario Le Monde. Aunque a principios de 2011, con las protestas en Siria en su punto de máxima ebullición, otras empresas francesas se retiraron del país (Total, Air Liquide y la quesera Bel), Lafarge se quedó y, según uno de sus abogados defensores, fue “obligada” a pagar sobornos a ISIS y al Frente Al Nusra para liberar las rutas por las que transitaban sus empleados, las materias primas y los distribuidores de la producción. En el juicio, la firma está señalada de adquirir insumos de empresas vinculadas a ISIS. Según la investigación judicial, el monto total pagado a los grupos terroristas fue de unos cinco millones de euros.

    Un 90 por ciento de las personas que vive en Al Hol integró el ISIS, la organización terrorista que atemorizó al mundo hasta 2019, pero que todavía sobrevive y acecha. Foto/Mauricio Centurión.
    Un 90 por ciento de las personas que vive en Al Hol integró el ISIS, la organización terrorista que atemorizó al mundo hasta 2019, pero que todavía sobrevive y acecha. Foto/Mauricio Centurión.

    Terrorismo latente

    En una entrevista publicada el 9 de diciembre en The Jerusalem Post, el comandante general de las FDS, Mazloum Abdi, relató que en la actualidad en el noreste del país, las fuerzas militares de autodefensa y la Administración Autónoma Democrática (AADNES), tienen 26 centros de detención y tres prisiones principales “que albergan en total hasta 10 mil prisioneros masculinos de ISIS”. Las cárceles se encuentran en las ciudades de Al Hasaka (donde hay entre 3 mil y 4 mil prisioneros), Raqqa, (1.500 presos) y Qamishlo (con otros mil prisioneros). Para Abdi, los combatientes de Daesh entre rejas son “extremadamente peligrosos”.

    Las FDS son las fuerzas que nacieron al calor de la lucha contra Al Qaeda que llevaron adelante las milicias kurdas de las Unidades de Protección del Pueblos y de las Mujeres (YPG/YPJ) en los años anteriores al surgimiento de ISIS. Las FDS están conformadas por esas milicias, pero también por grupos árabes, armenios y asirios, entre otras nacionalidades. De manera autónoma y en relación directa con la AADNES, las FDS se convirtieron en el puño que golpeó a ISIS una y otra vez hasta derrotarlo militarmente. Con la liberación de la ciudad kurda de Kobane en 2015, luego de tres meses de combates incesantes contra el Daesh, el grupo terrorista comenzó un retroceso acelerado que se incrementó cuando la Coalición Internacional contra ISIS (encabezada por Estados Unidos y conformada por 80 países), le brindó apoyo aéreo a las FDS ante la negativa del régimen de Al Asad, de Rusia y de Irán de respaldar la resistencia iniciada por los kurdos de Siria contra los yihadistas.

    En Irak, las autoridades aseguran que Daesh está “muriendo”. Así lo dijo el mayor general iraquí, Tahsin al Khafaji, pero reconoció que el grupo mantiene células activas en las zonas de Diyala, Kirkuk, Nínive y Saladino.

    Las consecuencias no resueltas de la derrota de ISIS en Siria se resumen en el campamento de refugiados de Al Hol, una gran ciudad precaria donde sobreviven más de 20 mil personas, en su mayoría familias del Estado Islámico y comandantes y lideres del grupo terrorista. Al Hol es, como dicen desde la Aadnes, una bomba de tiempo a punto de explotar en cualquier momento. Dentro del campamento, ISIS sigue desplegando su ideología extrema y sus miembros no dudan en cometer crímenes.

    En una oficina de la administración de Al Hol, en el norte de Siria, hay un mapa del campamento. “18.470 personas son sirias, 27.459 iraquíes y en un lugar al que llaman Anexo viven 7916 mujeres y menores extranjeros de Europa, Asia y África vinculados al ISIS”, detalla de memoria uno de los responsables del campamento. Foto/Mauricio Centurión
    En una oficina de la administración de Al Hol, en el norte de Siria, hay un mapa del campamento. “18.470 personas son sirias, 27.459 iraquíes y en un lugar al que llaman Anexo viven 7916 mujeres y menores extranjeros de Europa, Asia y África vinculados al ISIS”, detalla de memoria uno de los responsables del campamento. Foto/Mauricio Centurión

    Las FDS están a cargo de la seguridad de Al Hol, pero su capacidad es insuficiente. desde la Aadnes propusieron más de una vez que se conforme un tribunal internacional que pueda investigar y juzgar a los integrantes del Daesh, pero esta petición nunca fue escuchada por las grandes potencias o la ONU.

    En noviembre, en todo el noreste de Siria gobernado por la AADNES (Rojava -salvo las ciudades ocupadas ilegalmente por Turquía-, la provincia de Raqqa y en la mitad de la provincia de Deir ez Zor), los ataques de células de ISIS aumentaron, según un cable de la agencia de noticias ANF.

    Centrados en los campos de Deir ez Zor, los yihadistas atacaron puestos de seguridad, a funcionarios de la Aadnes y a civiles en las localidades de Abu Hamam, Cedidet Igêdat, Ziban, Ezbe, El-Susê, El-Tekihi, El-Shihil, Muheymidê, El-Meamil, El-Bisêra, Helebiyê y Shusa. También atacaron al coalcalde de Baghouz, Ehmed El-Tuma, que no sufrió heridas. Según las cifras que manejan las FDS, el número total de ataques llevados a cabo por células del ISIS contra el norte y este de Siria desde principios de año llegó a 224.

    Aunque en los últimos años desde Al Hol decenas de personas fueron enviadas a sus países de origen -principalmente a Irak y a diferentes naciones de Europa-, el reloj de la bomba de tiempo sigue corriendo y una nueva explosión podría ser inminente, pese a que parece no importarle a nadie.

     

    También podés leer: CÓMO PENETRA EL TERRORISMO EN BURKINA FASO

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    Leandro Albani (1980, Pergamino). Periodista. Autor de los libros "Kurdistán. Crónicas insurgentes" (kunto a Alejandro Haddad), "Revolución en Kurdistán. La otra guerra contra el Estado Islámico", "ISIS. El ejército del terror", "Mujeres de Kurdistán. La revolución de las hijas del sol" (junto a Roma Vaquero Diaz), "No fue un motín. Crónica de la masacre de Pergamino", "Ni un solo día sin combatir. Crónicas latinoamericanas" y "Kurdistán urgente. Historias de un pueblo en resistencia".

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