“Bendiciones, gente”, dice uno de los voluntarios que reparte acreditaciones para ingresar al evento. La fila, gigante, se extiende varias cuadras para ingresar al estadio del club Vélez Sarsfield. Me cuentan que el día anterior esa misma fila era un poco más larga. Algunos se cuelan entrando por un costado. Un organizador está visiblemente enojado: “La vida es orden”, dice. Y culmina: “Así no”. Es sábado 8 de noviembre por la tarde, y está por comenzar la segunda jornada del evento “Esperanza Buenos Aires”. El cielo de Buenos Aires está soleado y a diferencia de ayer, no hay amenaza de lluvia.
En total fueron 1000 los micros donados —600 para el sábado, 400 para el viernes—, y cerca de 75 mil personas que llegaron de todos los rincones de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires para escuchar a Franklin Graham, presidente y director ejecutivo de la Billy Graham Evangelistic Association (BGEA),organización cristiana sin fines de lucro que fue fundada en 1950 por su padre, Billy Graham, uno de los líderes evangelistas más notables de la historia y de los últimos tiempos.
Adentro, en el campo de juego, decenas de niños bailan y cantan en el Festi Kids, un festival realizado para los más chicos. Hay videos, hay bailarines y bailarinas, hay canciones… todo arriba del escenario. Los actores y actrices que participan del show modulan palabras guionadas, pero no las dicen porque sus parlamentos están grabados. Su tonada es más bien neutra. Veo una bandera de República Dominicana, otra argentina con las letras MF en el centro. Un vendedor de Coca-Cola circula entre la gente. Es un estadio de fútbol, después de todo. Pero hoy no hay partido: Franklin Graham ha traído a Buenos Aires su mensaje de esperanza.

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José Monges vino desde Grand Bourg, partido de Malvinas Argentinas, junto a casi 60 personas. Me acerco porque es una de las pocas banderas argentinas que vi flamear y tiene las siglas MF, que luego me explicará que es por Martín Fierro, el barrio en el que vive. Es parte de la Iglesia IEPyM -Iglesia Evangélica Pentecostal y Misionera- que existe desde hace 48 años ahí en Grand Bourg, aunque tiene más 120 anexos en todo el país, en Francia, Perú y Bolivia.
Dice que “tienen oración todas las mañana (de 8 a 9 am)”, que “hay reuniones de mujeres cada 15 días (y también de varones)”, y que “un merendero atiende a más de 120 niños todos los días”. Me explica que es un barrio muy carenciado”, que por eso “la Iglesia es una luz en medio del barrio”. Esa luz es de contención diaria, territorial, anónima. El tipo de trabajo que no aparece en los titulares, pero que explica por qué el evangelismo crece de forma sostenida en Argentina.
Según la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas realizada por el CONICET en 2019, los evangélicos pasaron de representar el 9% de la población en 2008 al 15,3% en 2019. En el mismo período, más allá de ser mayoría, los católicos cayeron del 76,5% al 62,9%. El estudio, dirigido por el sociólogo Fortunato Mallimaci, revela que el fenómeno es especialmente marcado en el Noreste y Noroeste argentino, donde los evangélicos experimentaron un crecimiento notable. En la Patagonia, casi uno de cada dos residentes ya no se declara católico.
En las zonas donde hay barrios nuevos, emergen pastores nuevos y una red de iglesias evangélicas que antecede a la llegada de los católicos, señala el estudio. Es una situación radicalmente diferente a la de hace 50 o 60 años, cuando la Iglesia católica llegaba primero. Entre personas de 18 a 29 años, los evangélicos ya representan el 19,9% de la población.
El espectáculo de la fe
Una vez terminado el Festi Kids, sale a hablar Chris Swanson, Director Ejecutivo para América Latina de la Asociación Evangelística Billy Graham y dar las palabras de bienvenida. Con un mate en la mano, le pasa la palabra a Juan Pablo Bongarrá, un pastor evangélico de larga y nutrida trayectoria en Argentina quien dirá una oración para comenzar… “Dios, si existís, háblame en esta tarde”, es lo primero que pronuncia, alentando a quienes no crean, a que lo hagan.
A partir de este momento distintos artistas pasarán por el escenario, le pondrán música al evento y la gente disfrutará. Entre show y show las pantallas se inundan con publicidades de lo que la Billy Graham Evangelistic Association realiza. Entre ellas se destacan el ministerio de evangelismo por internet que permite hacerse ministro online y hablar con quienes lo necesitan las 24 horas y la entrega de libros de contenido evangelístico que llegan a lugares recónditos del planeta, filmadas con cámaras dignas de un set de Hollywood. “Que el evangelio llegue a donde debe llegar”, dice el mensaje.

Si hay algún artista en escena y canta en inglés, aparecen subtítulos simultáneos en español. El público canta en ambos idiomas… el show debe continuar y todo está perfectamente calculado y sincronizado.
Me alejo del escenario. Una de las tantas asistentes que colaboran con la organización del evento responde preguntas de la gente y las orienta hacia los baños y hacia las salidas. De pronto saca el celular, toma una foto, dos. Ya registró ese momento, luego lo guarda. Y levanta las manos hacia el cielo. A su costado, un señor las junta en forma de rezo. Cuando la canción dice: “Mi esperanza está en Dios hasta el final”, la escena se repite en muchos puntos del campo. El estadio está completamente lleno.
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“La preparación llevó un año y medio”, me explica Alejandro Nüesch, coordinador local del evento. Empezaron en agosto de 2023, formando un equipo de personas que fueron a promocionar el evento “iglesia por iglesia”. Hubiese sido más sencillo hacerlo a través de los medios de comunicación, pero su elección fue otra: puerta a puerta.
Armaron una oficina, una bodega con kits que se entregaban a cada iglesia que tomaba el “curso de vida y testimonio” para aprender a compartir su fe. Se inscribieron 2.480 iglesias aproximadamente. De esas, 700 tomaron el curso completo. La idea, dice Nüesch, no era que se llene Vélez de personas que ya van a una iglesia, “sino que el estadio se llene de asistentes que llevan a un amigo, un vecino, un familiar, un compañero de trabajo que necesitaba escuchar un mensaje”. Un mensaje de esperanza, del amor de Dios. “Todos en nuestro círculo inmediato tenemos alguien que está atravesando una situación compleja”, explica.
No se cobró entrada. Afirma que el evento se financió con donaciones provenientes del exterior en su mayoría. “Gente de afuera que quiere invertir en algo que va a pasar en nuestro país”, dice Nüesch. Algunos de esos donantes estuvieron presentes el sábado.
La Billy Graham Evangelistic Association (BGEA), es una de las organizaciones evangélicas más grandes del mundo, reconocida por organizar eventos de evangelización en espacios públicos. Franklin Graham, de 72 años, también preside Samaritan’s Purse, una de las organizaciones de ayuda humanitaria más grandes a nivel global, que responde a catástrofes en todo el mundo con cinco aviones listos para despegar en cualquier momento. La BGEA tiene su sede en Charlotte, Carolina del Norte, donde está la Billy Graham Library, inaugurada en 2007 con la presencia de tres ex presidentes estadounidenses: Jimmy Carter, George H. W. Bush y Bill Clinton.

-¿Por qué eligió venir a predicar a Buenos Aires, luego de 36 años?
– Bueno, pasó demasiado tiempo y creo que él entiende que ya está formando a su hijo Will Graham. Franklin nunca había predicado en Buenos Aires, sí lo hizo su padre. Tenía esa deuda pendiente.
Al inicio de la conversación, Alejandro me contó que venía de un viaje por Tierra del Fuego porque Franklin Graham se le ocurrió hacer el mismo evento pero en menor escala allá en el sur con la idea de “llevar el evangelio hasta el último rincón de la Tierra”.
La política y la religión
Una pregunta flotaba en el aire con cierta urgencia. Había algo que no dejaba de rondar mis reflexiones desde un comienzo. La cuestión pasaba por saber si no resultaba propicio este contexto particular para que Franklin Graham viniera a predicar a América Latina. Alejandro respondió con mesura. “Quizás es un plus” admitió, pero hay que entender el panorama completo. Franklin forma parte de un selecto grupo de consejeros espirituales del presidente de Estados Unidos, una posición que ejerce con notable prudencia. Y es que tanto él como su padre, Billy Graham, habían mantenido ese mismo rol de asesoría espiritual con todos los presidentes estadounidenses de las últimas cuatro o cinco décadas, sin importar sus colores políticos.
Sin embargo, la duda persistía. ¿No había acaso un acercamiento político más marcado en el contexto actual? La pregunta quedó suspendida en el aire. “Es un plus, es decir, bueno… hay un acercamiento también en el ámbito político que facilita ciertas cosas. Como, por ejemplo, que nos hayan declarado de interés nacional por el Secretario de Culto, Nahuel Sotelo, en la logística y en la planificación en la burocracia de nuestro país ayuda, ¿no?”.
Alejandro también es prudente y me explica que no hicieron el evento del 7 y 8 de noviembre para hablar de política, “aunque parezca un poco que sí por algunas de sus frases, pero siempre con mucha prudencia porque no es nuestro principal objetivo promover un político, un candidato, te soy sincero”. Agrega que hubo políticos que les preguntaron si podían saludar desde el escenario tanto el viernes como el sábado de todas las líneas políticas. Incluso algunos les ofrecieron micros para que la gente pudiera llegar.
-¿Y qué respondieron?
-La respuesta fue no. Gracias, pero no, porque nosotros no estábamos en Vélez para promover un partido político de ninguna manera.
Alejandro es enfático en decir que es consciente de que ha habido un avance del mundo evangélico en el ámbito político, pero que él nunca ha participado de una reunión donde se haya trazado una línea política para acompañar a tal o cual candidato y que es algo que en el mundo evangélico está en segundo plano.

El pastor y el político
Juan Pablo Bongarrá, pastor veterano de 80 años y miembro de la comisión de referencia del evento, fue quien conectó a Franklin Graham con los contactos locales. Organizó el encuentro inicial de pastores en enero de 2024 —en pleno verano, cuando “no hay nadie”— y se sorprendió. “Vinieron 50 pastores. Poca crítica, poco recelo”, recuerda.
Lo que más le gustó fue “la reacción de toda la nueva generación”, el entusiasmo de los pastores jóvenes. “Los pastores viejos o importantes estuvieron ausentes”, observa con cierta ironía. Cuando le dijo a su iglesia por qué tenían que ir, enumeró cuatro razones: “Es una expresión de unidad. Al ir estamos diciendo a nuestros hermanos de otras iglesias que los necesitamos. Es una fiesta. Y lo más importante: se va a predicar el evangelio”.
Pero Bongarrá también marca límites claros. Cuando le pregunto sobre evangélicos en la política, responde: “me interesa que haya evangélicos en la política, pero me interesa que sea gente preparada, capaz, que tenga estudios. El hecho de que sea evangélico no significa que sea un buen funcionario”. Y agrega algo fundamental: “algunos que quieren entrar en política son pastores, cosa que a mí me hace ruido. Debe dejar de ser pastor y dedicarse a la política. Las dos cosas no veo claro, ni positivo, ni bueno que lo hagan”.
Cuando finalmente sale Franklin Graham, el estadio ruge. Habla en inglés con traducción simultánea. Menciona que estuvo con el presidente Javier Milei, que le dio una Biblia. Los aplausos son dispares —uno nota diferentes reacciones en el público—. “Ayer estuve con Jorge Macri y ha sido una tremenda ayuda para nosotros”, agrega. Más aplausos.
Después, el mensaje. Lee Lucas 19:1-10, la historia de Zaqueo, el recaudador de impuestos, un pasaje bastante típico de la Biblia. “Jesús Cristo no está muerto, está vivo y está aquí esta noche y te puede perdonar”, dice. Invita a quienes no tienen relación con Dios a pararse y confiar en él. Y entonces, casi al pasar, llega el tiempo de lo político: hay dos mensajes muy claros. El primero, sobre el aborto: “que el aborto sea legal en Argentina no significa que esté bien a los ojos de Dios. Para los ojos de Dios está mal, es asesinato, es tomar una vida”.
Según la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas entre 2008 y 2019 se duplicó la proporción de quienes afirman que el aborto es un derecho de la mujer. La mayoría considera que debe estar permitido en algunas circunstancias. Las y los evangélicos son quienes más se oponen al aborto. El segundo mensaje está vinculado a los vínculos homosexuales; de la misma forma dice que a los ojos de Dios eso es malo. No dejo de preguntarme: ¿pastor o político?

Nüesch, cuando le pregunto por esto más tarde, es cuidadoso: “Siempre lo hacemos con mucho cuidado porque entendemos que el acercamiento a una línea política es puramente en relación a lo que nosotros tenemos como fundamento, que es nuestra fe y lo que la Biblia dice”. Pero la contradicción persiste. ¿Cómo se puede decir que no hay agenda política cuando Graham menciona explícitamente su reunión con el presidente y se pronuncia sobre temas como el aborto ante 42 mil personas? Nüesch responde que “obviamente si le preguntás a la mayor cantidad de personas que fueron a Vélez qué ‘pensás en cuanto al aborto’, la mayor cantidad te van a decir ‘creemos que no es la mejor alternativa'”.
Pero aclara: “No era lo que estamos tratando de impulsar de manera general. Es algo que viene después y de manera individual”. Me explica que nadie quedó afuera porque haya practicado un aborto o porque tengo una vida o un estilo de vida homosexual. Según él, lo importante es el mensaje de amor de Dios, por eso insiste que la política no es lo principal y cita un versículo de la Biblia para terminar de explicarse: “denle a César lo que es del César, pero denle a Dios lo que es de Dios”.
La religión que atraviesa la política
El fenómeno evangélico en Argentina no puede entenderse sin comprender su dimensión política emergente. Según datos del Observatorio Pulsar de la UBA, realizados entre mayo y junio de 2024, los adultos mayores son los más practicantes religiosos, mientras que entre los jóvenes solo uno de cada cuatro reza asiduamente. Pero esto no significa un abandono de la espiritualidad. La religión tradicional aparece en retroceso entre jóvenes y sectores educados, concluye el informe. Surgen en su reemplazo formas nuevas y laicas de fe. Sin embargo, los evangélicos presentan una particularidad: el 29,4% dice ir al culto todos los días o varias veces a la semana, y el 23,7% va una vez a la semana.
Pablo Semán, antropólogo y especialista en religión que ha estudiado el fenómeno pentecostal, explica el crecimiento evangélico por “un círculo virtuoso entre un elemento de la teología que autoriza a cada creyente a transformarse y a ser un sacerdote que predique y evangelice, y otro elemento que es la actualidad de los dones del Espíritu Santo”. Es un crecimiento descentralizado, con un estímulo constante a la acción en el campo religioso.
Bongarrá lo resume con una anécdota: “Me decía ayer uno de los pastores: ‘A una señora de la iglesia la asaltaron dos pibes en la calle y eso que tenía la Biblia. Y el pibe le dice: Ah, usted es creyente, yo también iba a la Hora Feliz’, pero igual la afanaron”. Es el contacto persona a persona, el trabajo en las cárceles, las radios, las escuelas, los centros de rehabilitación. “Empieza a dar fruto”, dice. “Hay cantidad de gente que si le preguntás te dice: ‘Yo si soy algo soy evangelista’, pero no es que sea un creyente 100% comprometido”.

La pregunta es qué implicancias tiene este crecimiento para la política argentina. En 2023 se creó el primer partido evangélico del país, con representantes en 14 provincias. Sebastián Carnival, politólogo e hijo del fundador de la Catedral de la Fe, sostuvo en una nota de El Cronista que “las iglesias ven que hay necesidades en la sociedad. Y ante la poca respuesta de la política, se organizan. Se asiste al que la pasa mal y se genera una red comunitaria”. Y agrega: “si uno recorre el conurbano, hay una iglesia evangélica por manzana en los barrios populares y carenciados”.
En Brasil, donde los evangélicos son más del 31% de la población según datos recientes, existe desde 2003 el Frente Parlamentario Evangélico, un bloque transversal que agrupa a legisladores de fe evangélica de todos los partidos. En Argentina, el porcentaje es menor pero creciente. “En los próximos diez años vas a tener 20, 30 diputados nacionales”, proyecta un pastor consultado por El Cronista en 2023.
Bongarrá, sin embargo, es escéptico sobre una articulación política fuerte: “A la iglesia evangélica no se le baja una línea política. No he participado de ninguna charla, de ninguna reunión donde se nos ha trazado una línea política. No es que el mundo evangélico se pone de acuerdo y dice ‘todos juntos vamos para este lado'”. Y advierte sobre el acercamiento del ámbito político al mundo evangélico: “La realidad es que a través de la historia esta relación ha sido a veces interesada, para captar votos. Entonces nos acercamos con recaudos”.
Lo que queda
Cuando Graham hace el llamado final —invitando a quienes quieran “tener una relación con Dios” a pasar al frente—, el sábado es “una avalancha de gente”, según Nüesch. Miles pasan adelante. El viernes también hubo respuesta, pero el sábado quedó gente afuera. “Nos quedó chico”, dice Nüesch, aunque con satisfacción: la gente pudo acercarse y escuchar ese mensaje “de manera absolutamente gratuita”. Incluso se repartieron Biblias al finalizar el evento realizado en dos días.
Le pregunto a Nüesch qué cambió en él después del evento. Su respuesta es reveladora: “Es pensar lo que se puede hacer cuando más allá de ciertas diferencias todos coincidimos en un mismo lugar sin incidentes. No creo que en nuestro país necesitemos más divisiones o más ataques de posturas sin ser capaces de escuchar al prójimo”. Y agrega algo más personal: “Me ha movido un poco la estantería estar como parte de un proyecto de esta magnitud donde uno pone la vista en el necesitado”.
Me cuenta sobre la ducha móvil que compraron en el marco de Esperanza Buenos Aires: una Mercedes-Benz Sprinter modificada que desde la semana previa al evento se estaciona cada noche en una plaza diferente de la ciudad, dándole a personas en situación de calle la posibilidad de bañarse y recibir una vianda. “Te sensibiliza”, dice. “A veces nos acostumbramos a pasar al lado de gente que está muy necesitada”.
Salgo del estadio con más preguntas que respuestas. ¿Es posible separar el mensaje espiritual del político cuando Graham menciona al presidente y se pronuncia sobre el aborto y la homosexualidad? ¿Es genuino el discurso de la “no agenda política” cuando hay una ley que instituyó el Día de las Iglesias Evangélicas y reuniones de oración en Casa Rosada? ¿Qué significa que un sector religioso en crecimiento —especialmente fuerte en barrios populares— encuentre representación política en un contexto de crisis económica y social?

Las respuestas no son sencillas, pero seguramente tienen que incluir los resultados de las elecciones legislativas recientes con el histórico desembarco de seis dirigentes evangélicos en el Congreso Nacional: Nadia Márquez, senadora por Neuquén; Gastón Riesco, diputado, también por Neuquén, así como Soledad Mondaca; Mónica Becerra, diputada por San Luis; Miguel Rodríguez, diputado por Tierra del Fuego y Maira Frías, diputada por Chubut.
José Monges, el hombre de Grand Bourg que vino con 60 personas de su iglesia, me había dicho algo simple pero poderoso cuando le pregunté qué tenía para decirle a quien está pasándola mal: “justamente el título del evento: Esperanza. Hemos probado con tantas cosas. ¿Por qué no tener esperanza en Dios? No todo está perdido. Que no pierda la esperanza en su corazón”.
Tal vez esa sea la clave para entender el fenómeno: en un país atravesado por la desesperanza, donde el 26,2% de quienes no terminaron la primaria son evangélicos, en el que las iglesias llenan el vacío que deja el Estado con comedores y centros de rehabilitación, el evangelismo ofrece algo que la política no puede garantizar: la promesa de que “no todo está perdido”.
La pregunta es si esa esperanza puede mantenerse separada del poder, o si inevitablemente, como en Brasil y Estados Unidos, terminará entrando por la puerta grande de la Casa Rosada. Por ahora, los micros escolares regresan al barrio Martín Fierro y a otros cientos de lugares más. Y en cada uno de esos barrios, como dice Bongarrá, hay una iglesia evangélica por manzana. La esperanza llegó en micro a Vélez Sarsfield. La pregunta es qué más llegará con ella.
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Historiador, docente universitario y periodista. Trabajé en radio y en la producción de podcast para distintos medios de comunicación. Publico crónicas, perfiles y notas para distintos medios. Nací en México y vivo en Buenos Aires (Argentina) desde hace varios años.


