Considerado el primer cura villero del país, Carlos Mugica nació el 7 de mayo de 1930 en Buenos Aires, en el seno de una familia aristocrática. En 1963, fundó la Parroquia Cristo Obrero en la Villa 31, cimientos del movimiento de sacerdotes católicos a fines de esa década, y que desde entonces representan un bastión de apoyo y esperanza para la población.
El 11 de mayo de 1974, mientras salía de ofrecer una misa, Mugica fue emboscado y asesinado a tiros por por Eduardo Almiron, integrante de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Hoy, a 50 años del aniversario de su muerte, su legado perdura en la memoria colectiva.
En ese sentido, para el Padre Nacho Bagattini, actual sacerdote de la Villa 31, el legado de Mugica “se vive con el compromiso con el que hoy la Iglesia camina y acompaña la vida de los barrios, de lo que nosotros llamamos la comunidad organizada”. Y continúa: “Sus restos están acá y para mí es un compromiso, porque significa que debo cuidar el barrio. Con el amor, con la polenta del Padre Carlos, que recordamos de sus escritos, videos y gente que lo conoció”.
En un contexto de crisis económica, donde hay cada vez más personas con necesidad de asistir a un comedor para alimentarse, o de ser acogidas por la crisis habitacional, y la no respuesta del Gobierno, ¿cómo se ajusta el legado del Padre Carlos a la coyuntura?
Hoy en el barrio tenemos muchos comedores, que no son solo los de la Iglesia Católica. Hay otros que son muy específicos, que tienen que ver con chicos con discapacidad, o en situación de consumo. También hay muchos abuelos que, a través de Cáritas, piden más medicamentos porque no los consiguen o porque son muy caros. A veces tratamos de articular este pedido entre parroquias que tienen dispensarios.Este barrio tiene muchos comedores que nacen de la situación difícil que se está viviendo hoy. Las personas que asisten se están incrementando. No solamente se acercan aquellas personas en situación de calle sino también les empieza a ajustar la economía familiar. Personas que nunca recurrieron y hoy deben hacerlo.
En esta semana de conmemoración para la Fé Católica y para los barrios populares, ¿cómo se relaciona esto con mantener las actividades diarias en los comedores?
Nosotros ahora estamos montando “la semana de Mugica”, una carpa misionera con la figura del Padre Carlos, con Cristo y la Virgen, y terminamos con una cena. También hay almuerzo, pero a la cena viene mucha gente y lo estamos haciendo en la puerta de la Catedral, entre las columnas, de punta a punta. Actualmente se acercan casi 200 personas, cosa que años anteriores no sucedía. Si uno recorre la Ciudad de Buenos Aires, como hacemos con la “noche de la caridad”, repartiendo comida caliente, te encontrás que es mucho más visible y que ha aumentado muchísimo la cantidad de familias enteras sin casa.
El jefe de Gobierno porteño Jorge Macri y su secretario de Seguridad, Diego Kravetz, lanzaron “Orden y Limpieza”, una campaña que consiste, básicamente, en quitar a las personas indigentes de la calle. ¿Qué opinás al respecto?
Nosotros no estamos de acuerdo con toda esta campaña del Gobierno de la Ciudad, y ya hemos hablado con la Jefatura de Gabinete. En un momento tan difícil, esto es como que nosotros digamos “salgan de la puerta de la Catedral porque me están ensuciando y desordenando”. En vez de enojarse, hay que preguntarse por qué esas personas llegan a la calle, en vez de mirar sin el corazón tenemos que pensar por qué le tocó estar ahí. Una vez Bergoglio me dijo algo que nunca olvidé: “ Cuando veo una situación así- más que enojarme, juzgarlo o señalarlo- muchas veces me pregunto por qué esa persona está ahí, y no estoy yo. Qué circunstancias atravesó o que carencias tuvo que, de alguna manera, la condujeron ahí”.
Es interesante esto de la deshumanización de la sociedad.
Nadie elige la calle como un lugar para vivir, porque no lo es. Hay vecinos que están molestos porque la persona está en la calle, y porque roba. Entiendo que muchas veces hay familias que se cansan de eso, porque todos somos víctimas de esas situaciones de robo. Pero hay muchas cosas a tener en cuenta, por ejemplo que esa persona puede estar ahí por situaciones de abuso o violencia. Y esto también responde a malas políticas públicas.El Estado tiene que pensar políticas públicas sin olvidar la humanidad.
¿Cómo pensás que viviría el Padre Mugica esta situación?
Estaría haciendo lo que estamos haciendo ahora, salir a la calle. Lo que va a suceder este domingo, es que mucha gente que le tiene cariño, y que lo recuerda- sobre todo muchas de las villas en Ciudad de Buenos Aires- va a concentrar en la Catedral. Es el lugar donde Carlos Mugica se ordenó y ahí vamos a marchar todos juntos para dar un mensaje. En estos tiempos difíciles, el Padre Carlos reuniría a todos los curas a ver cómo hacemos para que el Estado escuche y entienda que todos la estamos pasando mal. Eso es lo que estamos haciendo. También reuniría a las comunidades de las parroquias villeras y a los movimientos sociales, para ponerle más fuerza. Cuando el panorama se pone difícil no hay que achicarse.
Nuevamente, entonces, levantando las banderas del Padre Carlos y continuando su legado.
Estamos viviendo más compromiso. El legado es una Iglesia presente, con comunidad organizada, que da respuesta. Hay gente que a veces me dice padre está diciendo muchas cosas del legado. El legado de Mugica es cada uno de nosotros. Desde quienes comparten un comedor con abuelos, hasta los que cocinan platitos de más porque saben que siempre pasa un señor que no tiene. Ese es el legado, mayor compromiso, amor, respuesta. Los acompañamos no solamente con un fin pastoral, sino también social, le damos voz a los que no la tienen. Eso es por lo que Carlos siempre batalló.